Ya lo dijo María Corina en su discurso del 23 de enero en la Plaza Altamira, el signo de este régimen es la mentira y el engaño. Y con base en estos elementos actúan. Pero no obstante esto, ella ratificó que nada la sacaría de la ruta electoral, saliéndole al paso a la patraña fabricada por el régimen de que ella y su partido están conspirando para salir por la vía de los hechos de este nefasto gobierno. Ella es una demócrata a carta cabal, está muy bien asesorada y no va a caer en la trampa de una aventura golpista y sabe además que tiene ganadas las elecciones.
Por otra parte, hay que dejar claro que ella nunca consideró que la única opción era buscar la habilitación ante el TSJ; concurrió a esta instancia en último momento y lo hizo así como para dejar constancia de eso ya que su legitimidad proviene de la soberanía del pueblo. Quizá optó por la opción de ir al TSJ en el marco del Acuerdo de Barbados y aconsejada por la UE y USA, pero María Corina dijo muchas veces que la decisión del pueblo venezolano de elegirla candidata de la oposición venezolana, nada tiene que ver con que el régimen le otorgue su anuencia.
El lema hasta el final es una declaración palmaria acerca de que las trampas y las argucias jurídicas del régimen no la detendrían, pero también es una advertencia a la oposición (G4, Plataforma Unitaria) que su propósito es llegar hasta las elecciones, porque el pueblo venezolano abrumadoramente y por aclamación, decidió soberanamente, el libérrimas elecciones que era ella la candidata de la oposición venezolana y no otra persona. De manera que no puede el régimen escoger a su antojo otro candidato para la contienda electoral, pero tampoco la oposición que no representa sino 5% de los votos opositores, puede hacerlo.
Sin embargo, el propósito del gobierno que se quiere perpetuar en el poder, como cualquier dictadura y que apela a la formalidad electoral para lavarse la cara ante la comunidad internacional y otorgarse una legitimidad que no tiene, es escoger un candidato cómodo que no tenga el guáramo para defender la arrolladora victoria electoral de las elecciones presidenciales venideras en Venezuela, sino que se conforme con las falsas cifras que el CNE anuncie la noche de las elecciones. De esta manera el régimen abre la caja de Pandora, porque esta jugada puede derivar en múltiples escenarios, unos que le convienen al gobierno y otros no. Entre los primeros, está abrir las apetencias de los demás candidatos de la oposición a las primarias y desatar una lucha intestina en esos partidos, fracturando la unidad blindada que debe haber en torno a María Corina. Entre los segundos está que abre la puerta para que el descontento popular se exprese con la fuerza que tiene el desencanto acumulado en estos casi 25 años de pésimo gobierno y de mucho sufrimiento para el pueblo venezolano. Entre tanto María Corina puede intentar un recurso de revisión ante la Sala Constitucional y ejercer una apelación ante la Corte Internacional de Justicia, pero el régimen puede adelantar las elecciones y exacerbar de esta manera los escenarios planteados anteriormente. Si no quiere el pueblo venezolano que este régimen se perpetúe en el poder debe salir a la calle a expresar de manera cívica, pero contundente su enorme descontento.