El estrés, la separación y la escasez de comunicación entre parejas, causadas por el desplazamiento repentino o el alistamiento en el ejército, ponen a prueba millones de relaciones en Ucrania, aunque el amor sigue siendo una fuente de esperanza y fortaleza para quienes tratan de preservarlo o encontrarlo en las circunstancias más inverosímiles, en medio de los horrores de la guerra.
“Oleksandr me dijo que durante las misiones de combate escuchaba mis mensajes de voz y que le calentaban el corazón”, dice María de su relación con Oleksandr, un soldado ucraniano.
Un barman en la vida civil, Oleksandr recibió el contacto de María a través de una organización de voluntarios y al principio buscaba solo una comunicación ordinaria, algo a lo que agarrarse mientras estuviera en el frente.
Pero pronto surgió un vínculo entre ellos y Oleksandr comenzó a enviarle flores cuando podía y le confesó su sueño de crear una familia. Durante uno de sus escasos permisos para abandonar el frente, la pareja se casó.
Oleksandr estaba más nervioso durante la breve ceremonia que en las trincheras cerca de Bajmut, según María, y los dos aguardan el final de la guerra para una celebración en condiciones.
El amor como inspiración
La de María y Oleksandr es una de las setenta historias de amor recabadas por la iniciativa ‘I war… you’ (‘Yo guerra… tu’ en inglés), cuenta a EFE la cofundadora Victoria Tkachuk.
“Nuestras historias tratan de cómo el amor da esperanza y fortaleza para seguir viviendo en circunstancias así de difíciles”, subraya.
Muchas parejas ucranianas se enfrentan a increíbles desafíos a causa de la guerra, ya que numerosas mujeres ahora son refugiadas en el extranjero o esperan a que sus parejas regresen de servir en el ejército.
“Seguir amando o no a alguien es una elección. Estas historias pueden servir de inspiración a los lectores y mostrarles que no están solos con sus problemas”, cree Tkachuk.
Una pareja se casó después de que el hombre cuidara de su novia, una sanitaria de combate que perdió las dos piernas en el frente, relata. La protagonista de otra de las historias es una mujer que decidió quedarse embarazada usando el esperma congelado de su marido muerto en combate.
No todas las historias tienen un final feliz, señala.
Pero Tkachuk tiene el convencimiento de que, aunque algunas relaciones resultaran ser breves en medio de la adrenalina de la guerra, las personas implicadas las necesitaban en ese momento.
La ansiedad de la espera
Decenas de miles de mujeres ucranianas que están esperando a que sus seres queridos regresen del frente se enfrentan a unos retos muy específicos, destaca por su parte Ganna Yeromenko, psicóloga de la ONG ‘Active Community’.
Recientemente ha creado un grupo de apoyo para novias y esposas en esta situación, para proporcionarles un lugar seguro en el que hablar de sus problemas y motivarlas para cuidarse a sí mismas.
“Todas ellas deben lidiar con una pérdida abrupta de cualquier estabilidad y una ausencia total de certeza de cuándo podrán estar de nuevo con sus parejas”, dice Yeromenko a EFE.
Aparte de la ansiedad por el destino de sus parejas, la guerra las priva de la intimidad y de la comunicación con ellas. “A veces pasan días o incluso semanas sin recibir mensajes o llamadas desde el frente”, explica.
Una reevaluación del amor
La propia Yeromenko mantuvo durante dos años una relación con Victor, un oficial del ejército ucraniano, antes de que la invasión rusa en febrero de 2022 les animara a casarse.
Como muchas otras mujeres ucranianas, ha seguido a su marido en sus desplazamientos por el frente, permaneciendo en el núcleo civil más próximo, como por ejemplo la ciudad de Zaporiyia.
“Una relación supone trabajo. Es muy importante ayudar a un marido a retornar a una vida pacífica, aunque sea sólo por un corto periodo de tiempo, durante escasas y cortas visitas. Darle una sensación de confort, aceptación, amor”, explica.
Esto a menudo requiere paciencia y una reevaluación de lo que realmente importa.
“A menudo empiezo a refunfuñar cuando veo las sucias botas militares de Victor en nuestra casa, que solía estar tan limpia. Pero después me doy cuenta de la alegría que supone que mi amor esté aquí y tener a alguien para quien lavar esas botas”, concluye. EFE