Un tribunal de San Petersburgo condenó hoy a 10 años de prisión a una jubilada de 67 años por incendiar un centro de reclutamiento militar de esa ciudad, acto que cometió presuntamente engañada por estafadores.
Según informó en Telegram el servicio de prensa de los tribunales de San Petersburgo, Zhumangul Kurbánova fue acusada de atentado terrorista, un delito por el que la Fiscalía pedía una condena de 12 años de prisión y un año de libertad condicional.
Es la primera persona condenada por este delito después de las enmiendas aprobadas en la legislación antiterrorista rusa en noviembre de 2023 que recrudecen las penas para este tipo de crímenes.
La jubilada reconoció la culpa y pagó los daños materiales ocasionados, pero declaró que haber sido engañada y pidió disculpas.
“No soy una terrorista y no quería dañar a nadie, solo intentaba ayudar a capturar a criminales”, aseguró durante el juicio, según el portal Sever.Realii.
En agosto de 2023, en varias ciudades de Rusia fueron incendiadas oficinas de alistamiento, algo que provocó gran malestar a las autoridades rusas en el contexto de la guerra de Ucrania y la amplia campaña de alistamiento militar a lo largo de todo el país.
En todos los casos, los acusados afirmaron que habían sido estafados por personas que se identificaron como policías.
Según declaró Kurbánova durante el interrogatorio, en junio de 2023 la llamó un desconocido que se identificó como un agente de la policía y le dijo que un estafador trataba de solicitar un crédito a su nombre, por lo que le sugirió transferir su dinero “a una cuenta segura”.
La jubilada cayó en la trampa y transfirió 191.000 rublos (más de 2.000 dólares). Otros 124.000 rublos (1.350 dólares) fueron sustraídos por los estafadores directamente de su tarjeta bancaria.
El 1 de agosto del 2023, el presunto policía la volvió a llamar y le pidió tender “una trampa de humo” a los estafadores, tras lo cual la policía le entregaría el dinero robado, y le dio una dirección, convenciéndola de que participaba en una “operación especial”.
“Puedo jurar en el nombre de Alá. Confié en el policía, porque me envió por WhatsApp un documento con mi nombre y mi apellido, conservo todo en el (teléfono) móvil. Y me envió una copia de su carné. Soy una persona confiada. Quería ayudar, pero me metí en problemas”, dijo la jubilada.
Ese mismo día compró los ingredientes para el cóctel mólotov y, a las 21.00 horas locales, intentó prender fuego a la puerta del centro de reclutamiento señalado.
El presunto policía le pagó un taxi hasta la casa y le aseguró que al día siguiente vendrían agentes del orden a darlas las gracias.
Sin embargo, a la mañana siguiente la policía efectivamente llegó, pero para practicar un registro y acusarla de daños intencionados a propiedad ajena, una causa que luego fue recalificada como “atentado terrorista”.
EFE