Un halo de misterio envuelve a las Torres del Sisal, una vieja edificación que comenzó a construirse en 1976 durante el primer período presidencial de Carlos Andrés Pérez, cuando Dori Parra de Orellana era gobernadora del estado Lara.
Por: Yanitza Martínez // Corresponsalía lapatilla.com
El proyecto habitacional estaba destinado a convertirse en las torres más grandes y lujosas de Venezuela, una construcción muy ambiciosa que, según dicen los lugareños, le cayó una especie de maldición al ser escenario de actividades extrañas, oscuras y hasta paranormales, de acuerdo con el relato de quienes conocen su historia.
Originalmente fue concebido como una urbanización de cuatro torres de 27 pisos, con capacidad para albergar a unas mil familias, ubicada en la Zona Industrial de Barquisimeto. Mientras avanzaba la construcción en la década de los 70, pudieron percatarse de la inestabilidad del terreno, lo que ocasionó el hundimiento de las torres con serias amenazas de desplomarse.
De igual manera, se dieron cuenta de los problemas a nivel estructural en la edificación en caso de cualquier evento sísmico, considerando su cercanía con la falla de Boconó.
Para ese entonces, la constructora a cargo, de la cual no se tiene mayor información, habría quedado sin fondos. El ingeniero a cargo de la obra, muy afectado por la precaria situación financiera de la constructora, decidió ponerle fin a su vida al lanzarse al vacío desde el último piso de una de las torres, falleciendo instantáneamente. Este hombre se convirtió en la primera persona en suicidarse en el lugar. La obra quedó paralizada a finales de los años 70.
A partir de ese momento, la maldición parece haberse instalado en las Torres del Sisal y desde entonces esos espacios han sido utilizados como guarida de delincuentes, pero también para la práctica de la santería, magia negra, sacrificios de animales y, lamentablemente, también ha sido usado por personas con problemas de salud mental y emocional para atentar contra su propia vida.
Según testimonios de quienes han tenido la oportunidad de subir a esas torres, en el lugar “la energía es diferente, han escuchado gritos” y hasta voces que incitan al suicidio.
Vecinos aseguran encontrarse con escenas espeluznantes: altares de santería, restos de animales muertos, basura, entre otras cosas, que han alimentado las leyendas urbanas que existen alrededor del complejo habitacional desde hace casi 50 años.
Cartera de corrupción
Varios gobiernos han intentado retomar la construcción de esta obra. En el año 1995, para entonces el gobernador de la entidad larense, Orlando Fernández Medina, solicitó un presupuesto al presidente de la República en ese momento, Rafael Caldera, pero al toparse con una serie de dificultades, este decidió no darle curso al proyecto.
Posteriormente, en 2001, el fallecido presidente Hugo Chávez Frías, a través del Plan Bolívar 2000, invirtió una gran cantidad de dinero, prometiendo que las torres estarían listas en el año 2002, pero todo quedó en una promesa electoral.
Aunque no hay claros registros de los montos aprobados para la culminación de la obra, en el año 2009 salió a relucir el monto de 100 millones de bolívares por parte del Ministerio de Vivienda y Obras Públicas, dirigido en aquel entonces por Diosdado Cabello.
En 2010, el Instituto Nacional de la Vivienda anunció la rehabilitación con un estudio patológico de los edificios, y en esa oportunidad los incluyeron en la Gran Misión Vivienda Venezuela, anunciando la culminación del proyecto para el año 2011.
En ese momento, los trabajos consistieron en el reforzamiento de las torres y en el incremento del número de pisos del proyecto original. Tras una inspección de representantes del Colegio de Ingenieros del estado Lara, se determinó que las edificaciones no reunían las condiciones mínimas de resistencia, por lo que sugirieron la demolición total de las Torres del Sisal.
En 2012, Hugo Chávez Frías en su última campaña antes de morir, otra vez prometió entregar 800 apartamentos, pero diversos factores influyeron para que la promesa no se materializara y, además, los recursos aprobados no fueron suficientes.
Un año después, los ingenieros Vladimir Silva y Jairo Escalante, a través del Ministerio para la Vivienda y Hábitat, fueron quienes realizaron el intento más reciente de terminar las torres, por lo que realizaron unas visitas de supervisión y gestionaron los recursos, anunciando así la entrega de los apartamentos a más de 200 familias en lo que sería la Ciudad Residencial Bicentenaria El Sisal. Una vez más, todo quedó en palabras, porque la edificación nunca fue ocupada.
Acabar con las torres
El actual gobernador de Lara, Adolfo Pereira, hace 4 años cuando desempeñaba funciones como representante de los servicios públicos, había anunciado la demolición total de las torres.
En aquel momento, Pereira declaró que con esa demolición buscaban evitar la ocurrencia de tragedias y otras cosas más que se han tejido en torno a esas torres.
A finales del año 2023, el Colegio de Ingenieros del estado Lara, presidido por Julio César Gutiérrez, recomendó la realización de un nuevo estudio topográfico para que sean los especialistas quienes determinen si es viable la reanudación de la construcción o, en su defecto, evaluar qué otro uso se le puede dar a esos terrenos.
De igual forma, señaló el ingeniero que la demolición debe ser bien estudiada, ya que esta zona es residencial y para lograrlo debe realizarse una implosión que podría afectar a las estructuras de las residencias de la zona, por lo que expertos deben evaluar minuciosamente la posible demolición para no generar otros daños.
Por otro lado, evaluar la cantidad de escombros que la demolición dejaría, lo que acarraría un conjunto de gastos significativos, y es por eso que recomienda efectuar todo este tipo de evaluaciones.
En ese sentido, el gobernador Adolfo Pereira en sus últimos anuncios ha mencionado que están valorando la demolición, razón por la cual están realizando los estudios necesarios para determinar la viabilidad de una demolición por implosión.
Larenses exigen demolición
Los problemas de salud mental están a la orden del día y preocupa el aumento de los casos de personas que deciden ponerle fin a su vida, y estos espacios son el trampolín utilizado por estas.
En las Torres del Sisal se han suicidado unas 50 personas, sin contar los cuerpos sin vida que han sido abandonados en el lugar. Estos hechos continúan ocupando los titulares de la prensa no solo regional, sino nacional.
El último caso se registró el pasado lunes #19Feb cuando un hombre de 34 años intentó saltar al vacío, pero gracias a la “acción salvadora” de un funcionario de la Unidad de Respuesta Inmediata del 911, logró disuadirlo para que no atentara contra sí mismo.
Estas tragedias y todo lo que ha surgido alrededor de las Torres del Sisal, son las razones que argumentan los barquisimetanos que viven en zonas aledañas, para impulsar la demolición de lo que una vez se soñó sería el proyecto habitacional más grande de Venezuela.