El año 2024, además de empezar en lunes, es bisiesto y tiene 366 días. Precisamente hoy, se une al calendario ese día tan particular como es el 29 de febrero. Un día que vivimos cada cuatro años y cuya existencia tiene una razón de ser, el tiempo que la Tierra da una vuelta completa al Sol. Lo hace cada 365 días, 5 horas, 46 minutos y 48 segundos.
Ante la imposibilidad de igualar esos números a días enteros, esas horas de más no se contabilizan, pero sí se acumulan, por lo que cada cuatro años se suma un día al calendario, cosa que se hace en el mes más corto del año. De no hacer esta modificación, el calendario gregoriano, que es que nos rige actualmente, llegaría a tener desfases de hasta 3 días cada 12 años, alterando incluso el comienzo de las estaciones.
El calendario gregoriano aplica la norma de que un año es bisiesto si es divisible entre 4, a menos que sea divisible entre 100. Sin embargo, si un año es divisible entre 100 y además es divisible entre 400, también resulta bisiesto. Los expertos han explicado que este sistema elimina los años que determinan el fin de cada siglo y que terminan en 00, cuyo siglo no es múltiplo de 4.
El origen del año bisiesto
En la Antigua Roma se seguía el calendario de Romulus, que estaba compuesto de diez meses, dejando fuera los de enero y febrero, los meses que como sociedad agrícola utilizaban para cosechar. Entonces, los años tenían 304 días, pero no seguían el ciclo lunar. Así, en el año 713 a.C. se añadieron los meses de Ianuarius y Februarius, de 28 días cada uno.
Más tarde, se volvió a alterar el calendario, porque los romanos eran bastante supersticiosos y pensaban que los números pares traían mala suerte, algo que no podía ocurrir en los dos meses en los que más duro se trabajaba, porque daría como resultado malas cosechas. En el año 49 a.C., con la llegada del emperador Julio César, se pasó al calendario juliano, donde los meses pasaron a durar 30 o 31 días y el año alcanzó los 365 días. Idea que copió del calendario que seguía Cleopatra en Egipto.
Fue el astrónomo, matemático y filósofo Sosígenes de Alejandría quien diseñó el calendario juliano con el objetivo de acabar con los desfases acumulados del calendario romano. Por ello, el año 46 a.C. se convirtió en el más largo de la historia, con 445 días. El conocido como ‘año juliano’ o ‘año de la confusión’ logró compensar así los desajustes y partir de cero.
La etimología de la palabra bisiesto proviene de la expresión latina bis sextus dies ante calendas martii, que significa ‘sexto día antes del mes de marzo’, fecha que correspondía a un día extra intercalado entre el 23 y el 24 de febrero por el emperador Julio César. Los romanos se regían por calendas, nonas e idus. Fue ya con el calendario impuesto por el papa Gregorio XIII, cuando ese día extra se colocó al final del mes de febrero y el mes más corto del año pasó a tener 29 días.
Además, una vuelta completa de la Tierra al Sol se puede medir de distintas maneras:
Año anomalístico: tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos de la Tierra por el afelio o el perihelio de su órbita (365 días, seis horas, 13 minutos y 59 segundos).
Año sideral o sidéreo: tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos de la Tierra por el mismo punto de su órbita con respecto a la posición de las estrellas (365 días, seis horas, 9 minutos y 24 segundos).
Año trópico: tiempo que transcurre entre dos pasos consecutivos y reales de la Tierra o aparentes del Sol por el mismo equinoccio o el mismo solsticio (365 días, cinco horas, 48 minutos y 46 segundos).