Para llegar a nuestro destino, manejamos durante unos 43 minutos, es decir, recorrimos cerca de 38 kilómetros. El lugar: Colegio Fe y Alegría Sierra Caroní, en la parroquia de Pozo Verde en el municipio Caroní al sur del país, estado Bolívar.
Por Pableysa Ostos/Corresponsalía lapatilla.com
Al cruzar el portón, al final del pasillo, se observan seis mujeres sentadas, todas luciendo camisas negras. Están conversando. Ellas son las cocineras del plantel educativo, pero desde que inició el año no han recibido lo correspondiente al Programa de Alimentación Escolar (PAE), el cual según el Ministerio de Educación “brinda un complemento alimentario a los niños, niñas y adolescentes de todo el territorio nacional, registrados en el Sistema de Matrícula -SIMAT- como estudiantes oficiales, financiados con recursos del Sistema General de Participaciones”.
La cocina está completamente ordenada y limpia. No saben cuándo llegarán los alimentos al lugar, “mientras tanto, venimos todos los días a cumplir nuestro horario. Y aquí estamos como hasta las 12:00 del mediodía o 1:00 de la tarde”.
“Ahorita está es esa olla remojando, porque los muchachos de bachillerato pidieron la cocina y un caldero prestado para hacer un arroz con sardinas. Si algún grupo pide el espacio para cocinar algo, pues uno lo cede con supervisión”, sumó una de las mujeres.
El plantel educativo actualmente tiene una matrícula de 492 estudiantes, pero Helen Meneses, subdirectora de la escuela, admite que llegaron tener una matrícula de hasta 570 estudiantes antes de la pandemia.
En medio de las carencias
El colegio está rodeado por más de 20 comunidades y asentamientos campesinos. Meneses advierte que “los niños no vienen al colegio por falta de zapatos, por falta de uniformes. Y se nos complica bastante la matrícula en eso, porque hay escasez de matrícula por esta situación problemática que vivimos a diario”.
Afirmó que del año 2023 al 2024, han desertado unos 27 alumnos. Pero la situación no solo afecta a los estudiantes, también a los docentes, ya que cinco de los que laboran en el colegio no son del sector, viven en San Félix.
“El transporte es muy escaso. Muchos vienen caminando desde las zonas adyacentes. Nosotros como colegio podemos apoyarlos en algo monetario para el transporte público. Pero no es algo que podamos hacer todas las semanas. Entonces, ellos faltan también como los niños por esta situación de traslado, vialidad, tener efectivo para el pasaje”, detalló la subdirectora.
El colegio deja ver que se mantiene en pie gracias a donativos de Organizaciones No Gubernamentales (ONG) y autogestión.
“Primeramente, por amor. Porque el amor de que todos ponen su granito de arena, vamos a limpiar, vamos a mantener el ambiente limpio. Creo que eso es lo que se necesita en una institución. Y lo demás, bueno, que pueda traer algo también de su casa, también se solventa de esa manera”, añadió.
Sobre el servicio de agua, cuentan con un aljibe, pero en tiempos de sequía deben recurrir a las casas vecinas para cargar agua hasta el colegio.
Alimentación
Por su parte, Minervis Vásquez, coordinadora pedagógica de MGT (Media, General y Técnica), explicó que “muchas veces nosotros decimos, pero el sueldo no nos alcanza para solventar las situaciones que se puedan presentar, la canasta básica o equis situación, pero nosotros venimos todos los días, nos levantamos. Son las 5:00 en la tarde a veces y todavía estamos aquí”.
“Con algunas limitantes en el caso del transporte o de algunas enfermedades virales, porque en esta zona hay algunas enfermedades como el paludismo, dengue, que han afectado de cierta manera al alumno o parte del personal asiste a la institución”, detalló.
Sobre si han sido víctimas de la delincuencia, expresó que “siempre la delincuencia está como que latente, pero nosotros no tenemos ese riesgo de repente de salir a la esquina, un atraco. Nosotros tenemos vigilantes. Igual, las personas de la comunidad, ya sea de la gente más cercana, también están alerta”.
Admiten que el tema de la alimentación no es fácil, ya que hay padres que han confesado que no envían a los niños al colegio, porque no tenían para darles desayuno o que los van a buscar temprano por el mismo motivo de que los enviaron sin comer.
“Tratamos de brindarle el apoyo que se pueda como institución, pero a veces hasta a nosotros se nos escapa de las manos. Tenemos una ayuda, pero eso viene de tiempo en tiempo. Aparte no es mucha la comida que llega. Entonces, puede abarcar tal vez tres días para todo el personal y eso es poco. Pero la mayoría es de los que pueden traer algo o pueden compartir, pero hasta ahí, no es mucho lo que pueden hacer”, explicó Vásquez.
Mientras tanto el personal docente sigue haciendo esfuerzos para impartir clases cada día, y los estudiantes van a sus aulas, llenas de pancartas y color.