La Unión Europea es el proyecto de paz más importante y exitoso de la historia contemporánea. Entendimiento y cooperación como sustitutivos del autoritarismo y el nacionalismo a ultranza, agentes sustanciales de las conflagraciones que devastaron su suelo en el SXX. Pero hoy, cuando parecía olvidado, el tema de la guerra irrumpe y se anota como punto significativo en su agenda.
“Prepararse para afrontar todos los peligros y un panorama de amenazas cambiante”, ha sido la advertencia, formulada a los ciudadanos de las 27 naciones, en la cumbre de líderes europeos reunida este jueves en Bruselas. Como detonante de esta alarma, la nueva gran ofensiva que Putin, presumiblemente fortalecido por su reelección, proyecta para proseguir la invasión a Ucrania y militarizar las fronteras con la OTAN, para lo cual Rusia dedica el 6% de su PIB al gasto militar.
El expendio moderado en defensa de Europa, que no redondeaba el 2% de su PIB, experimentará ahora un punto de inflexión para el rearme significativo del continente. Se examinan opciones de financiamiento extraordinario, entre otras, la emisión de Eurobonos por unos 100 mil millones de euros, propuesta por Estonia y apoyada por Francia. Lo cual, sin duda, tendría un impacto importante sobre los programas de crecimiento económico y social del continente.
Ya se habla de restablecer el sistema de reservistas y de incorporar mujeres al servicio militar. También de reforzar la defensa ante nuevas formas de agresión, como los ciberataques, ya experimentados, que paralizan los servicios energéticos o de telecomunicaciones. Por supuesto, subyace la posible total o parcial desvinculación del apoyo de Estados Unidos a Ucrania, así como su menor compromiso con la OTAN.
Hasta hace dos años era improbable un escenario de rearme en Europa. Hoy, es un proyecto concreto. Nos preguntamos cuál será su eficacia disuasiva para alejar los nubarrones que amenazan la paz del mayor contingente humano de democracia y libertad del planeta.