Infidelidad: un director obsesionado, un galán pudoroso y la escena de sexo que le causó a Diane Lane una grave lesión

Infidelidad: un director obsesionado, un galán pudoroso y la escena de sexo que le causó a Diane Lane una grave lesión

“Nos llevó a su remolque y nos habló muy bien, como si fuéramos adolescentes que debíamos aprobar un examen para ingresar a la universidad”, recordó Lane sobre las indicaciones que recibieron por parte del director

 

Adrian Lyne parecía un especialista en llevar romances tórridos a la pantalla grande. En 1986 escandalizó al mundo con 9 semanas y media, la película que convirtió a Kim Basinger y a Mickey Rourke en los actores más deseados del momento. Un año más tarde, dirigió a Michael Douglas y a Glenn Close en Atracción fatal, uno de los thrillers eróticos más vistos de la historia. En 1993 volvió a la carga con Propuesta indecente, el polémico film en el que un hombre poderoso y rico interpretado por Robert Redford le ofrece a un matrimonio conformado por Demi Moore y Woody Harrelson nada menos que un millón de dólares por una noche de pasión con la mujer de la pareja.

Por La Nación 

Todo parecía indicar que el tema ya estaba agotado y que por un largo tiempo el realizador británico, que también estuvo al frente del drama musical Flashdance (1983) y del film de misterio Alucinaciones del pasado (1990), buscaría inspiración en otras temáticas. Sin embargo, no solo decidió volver a enfocarse en relaciones tormentosas, sino adentrarse, una vez más, en los peligros que supuestamente acarrea la infidelidad. Esta vez, no buscó un guion original, sino que decidió adaptar La Femme infidèle, el film de Claude Chabrol de 1969, y llevar la historia a los Estados Unidos de principio de este siglo.

Una búsqueda complicada

El primer escollo fue encontrar a la actriz que encarnara a Connie Summer, una mujer casada y con un hijo, que vive una apacible vida en Nueva York hasta que se obsesiona con Paul, un misterioso joven francés con el que comienza un secreto romance. La elegida, debía ser bella, pero también contar con la capacidad actoral como para soportar gran parte del peso dramático de la historia. La búsqueda no era sencilla, pero a juzgar por la variedad de opciones que se barajaron, tampoco estuvo muy bien enfocada.

La primera opción fue Meg Ryan, pero muy pronto la producción se inclinó por una joven actriz conocida por sus papeles televisivos: Alyssa Milano. Y cuando todo parecía estar decidido, debieron volver a cero: el compromiso de Milano con la serie Charmed la hicieron dar un paso al costado. Entonces, fueron tentadas varias estrellas. Jodie Foster agradeció el ofrecimiento, pero lo declinó: eligió filmar La habitación del pánico. También rechazaron la propuesta Brooke Shields y Kyra Sedgwick.

Infidelidad: un director obsesionado, un galán pudoroso y la escena de sexo que terminó causándole a Diane Lane una grave lesión

 

Desconcertados, los responsables del film siguieron tentando a jóvenes promesas como Uma Thurman, Heather Graham, Hilary Swank, Sarah Michelle Gellar, Reese Witherspoon, Portia de Rossi y Kate Winslet, y también a figuritas televisivas como Tori Spelling y Kristin Davis. Jennifer Lopez, a su vez, no confió en el guion y Jennifer Jason Leigh hizo todo lo posible por conseguir el rol, pero fue descartada por el realizador.

Finalmente, solo tres actrices, de distinta tipología, formación, carrera e incluso rango etario, llegaron a audicionar: la entonces ascendente Angelina Jolie, Josie Davis y la experimentada Diane Lane, quien venía de interpretar a una mujer adúltera en Una difícil decisión (1999). Justamente, su actuación en aquel film resultó determinante y terminó siendo la elegida.

Un triángulo explosivo

Dar con los protagonistas masculinos fue un poco más sencillo. Si bien se les ofreció el papel de Paul a Brad Pitt y Ryan Phillippe, durante la preproducción se decidió que el personaje debía ser francés y no estadounidense. Olivier Martinez cumplía con todos los requisitos -hasta era boxeador amateur, como el personaje- y no tuvo competidores. Para interpretar a Edward Sumner, el marido “engañado” se tuvieron en cuenta a varias de las estrellas de la época: George Clooney, Bruce Willis, Johnny Depp y, una vez más, Robert Redford. A pesar de ser una búsqueda más acotada, tampoco fue sencillo dar con el indicado, y uno de los principales escollos residía en la trama y en el lugar en el que casi todos -estrellas, pero además símbolos sexuales de la época- temían quedar encasillados: el del marido engañado.

Richard Gere nunca estuvo cómodo en el rol de galán, así que no sentía el más mínimo miedo de que se lo bajara de ese pedestal. Además, seguía buscando encausar su carrera y ya había trabajado con Lane en Cotton Club (1984). “Siento que Richard es un testigo privilegiado de mi vida. Me ha visto crecer de cerca. En aquel entonces, todo el mundo me trataba como a una estrella y lo único que yo realmente quería era ser normal. Había construido muros de protección a mi alrededor y él identificó que eso ocurría. Cada vez que entraba al set, me descolocaba: me decía de qué color era mi aura o hacía una broma sobre algo y eso tenía el mismo efecto en mí que si estallara un pastel de crema en mi cara. Él supo ver a través de esas paredes que construí y eso me ablandó”, contó mucho tiempo después Lane en una entrevista sobre su experiencia junto al protagonista de Mujer bonita.

Martinez también se deshizo en elogios hacia su coprotagonista, tiempo después del estreno del film. “Siempre es agradable trabajar con grandes actrices como Diane, especialmente cuando son amables en el set. Trabajando en esta película, el ambiente era feliz”, aseguró. Sin embargo, hubo un hecho que debió resolver antes de empezar a filmar porque tenía en claro que había un límite que no estaba dispuesto a pasar: “Hablé con el director antes de empezar porque soy actor, pero también soy un ser humano. Hay límites que no pienso cruzar a ningún precio. Estaba dispuesto a hacer un gran trabajo, pero no a traicionarme. Era consciente de que tenía por delante un futuro y una carrera, así que hablé con Adrian sobre cómo pensaba encarar las escenas de sexo. Le dejé en claro, desde el principio, que no quería ir demasiado lejos. Por ejemplo, no actúo completamente desnudo. Por suerte, él me respondió: ‘No importa. No queremos eso’. No quería hacer una película porno”, rememoró el actor.

La escena más festejada y dolorosa

La postura de Lane frente a las escenas más crudas fue diferente a la de su compañero. Obsesionado con su propia obra, Lyne la convocó junto a Martinez a su trailer y, para indicarles qué era lo que pretendía de ellos en las escenas eróticas, les hizo ver uno de los momentos más jugados de Atracción fatal.

“Nos llevó a su remolque y nos habló muy bien, como si fuéramos adolescentes que debíamos aprobar un examen para ingresar a la universidad”, recordó la actriz. “Nos dijo lo importante que es que los actores confiáramos en él y fuéramos más allá de nuestra zona de confort. Nos dejó en claro que eso era lo que él necesitaba”, contó Lane.

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