Guido Sosola: Érase el chirulí del Guaire

Guido Sosola: Érase el chirulí del Guaire

Guido Sosola @SosolaGuido

Varias veces gobernó Antonio Guzmán Blanco al país que creemos todavía ajeno y distante, arrinconado en el siglo XIX. Soportamos al férreo dictador al igual que a su padre, Antonio Locadio, fallecido un año antes de que se produjera un particularísimo acto de protesta realizado en el día de Santa Florentina, el 14 de marzo, en el Teatro Caracas.

Limitado a su radio caraqueño, el afrancesado mandatario nacional que hizo de la deuda pública un formidable negocio personal con la banca extranjera, entre otros tantos, respetuoso de los espacios pactados con los caudillos del resto de la República, se reía de todos los venezolanos a los que sojuzgaba en las profundidades del latifundismo que agravó la gesta federal. Esta falta tan asfixiante y evidente de libertades, llevó a un grupo de jóvenes al homenaje que le rindieron al poeta Francisco Delpino y Lamas, conocido también como el “chirulí del Guaire”.

Encabezada por Manuel Vicente Romerogarcía, Lucio Villegas, Francisco Caballero y otros de los cursantes universitarios que concibieron la velada literaria en homenaje al bardo vecino del Guarataro tan extravagante como famoso, se convirtió en una aplaudida parodia, en una burla oblicua, en un simulacro de poderoso significado político contra el megalómano general Guzmán Blanco. A Delpino y Lamas, en principio, no le convencía mucho el asunto, pero accedió finalmente y la famosa imprenta de El Cojo, ese mismo 1985, divulgó con celebrada amplitud el evento más allá de las notas periodísticas y circunstanciales de la época.





Por cierto, Pedro Emilio Coll, el mismo que llegó a presidir el Congreso Nacional durante la dictadura de Juan Vicente Gómez, en el siglo XX, publicó un texto alusivo a lo que se conoció como “La Delpinada”, en la Revista Nacional de la Cultura, en 1939, y, hacia 1965, a modo de ejemplo, el diario El Nacional de Caracas hizo lo convirtió en toda una serie. Vale decir, la jornada en cuestión, de cuando en cuando, volvía a la opinión pública enterando a las nuevas generaciones de las formas y fórmulas humorísticas que puede alcanzar la denuncia y la protesta ante una situación determinada.

Precisamente, recordaba el histórico y peculiar testimonio de rebeldía del siglo XIX, so pretexto del inocentísimo chirulí, un venezolanismo ya en desuso de vieja procedencia, al leer el reciente artículo de Karina Sainz Borgo en el ABC de Madrid, intitulado “Precintar el humor” (https://apuntaje.blogspot.com/2024/04/llamado-la-madurez.html). Sobre todo, porque dice y mucho a los nuevos relevos políticos, los que están en formación tan requeridos de imaginación, audacia y humildad, camino a la libertad y la democracia.