Los fiscales ucranianos investigan más de 125.000 crímenes de guerra cometidos por el ejército ruso desde el inicio de la invasión a gran escala de Ucrania en 2022. El estado trata de investigar tal cantidad de atrocidades mientras la guerra continúa. Los fiscales trabajan bajo los bombardeos y se convierten ellos mismos en víctimas de la agresión rusa. En febrero de 2024, una de los fiscales regionales de Kharkiv fue asesinada por un ataque con misiles rusos junto con su marido y sus tres hijos pequeños.
Por Infobae
Una fiscal y los bombardeos
Viktoriia Shapovalova fue testigo de la mayoría de los bombardeos y ataques con misiles contra Mykolaiv, una ciudad que antes de 2022 tenía una población de 470.000 habitantes. Permaneció allí durante los días más duros que ha vivido esta ciudad desde la invasión a gran escala de Ucrania por parte de Rusia.
En la primavera de 2022, el ejército ruso se esforzó por tomar Mykolaiv, una capital regional situada entre Odesa y Kherson. Al no conseguir apoderarse de la ciudad, comenzó a atacar sus barrios residenciales con artillería y misiles.
Viktoriia recuerda que en marzo de 2022 iba en coche al trabajo. Estacionó, salió del coche y se dio cuenta de que oía un silencio absoluto alrededor. Se dice que no se oye nada cuando se está en el epicentro de un ataque. Un misil impactó en un edificio situado a unos 150 metros de ella. Las casas que había entre Viktoriia y el lugar del ataque le salvaron la vida. Viktoriia recuerda la sensación que sintie cuando explota un proyectil cerca de ella. “Como si tu alma se estuviera volviendo del revés”, describe.
Hubo un periodo en el que la artillería bombardeaba cada dos o tres horas. Los residentes que se quedaron en la ciudad se adaptaron a esta rutina. Viktoriia pasaba las noches en un refugio, un sótano de un bloque de 9 plantas, con su hija adolescente. Tras los bombardeos matutinos, que solían producirse sobre las seis o las siete de la mañana, Viktoriia preparaba el desayuno, sacaba a pasear a su perro y se apresuraba a ir a trabajar. Sabía que habría dos o tres horas tranquilas antes del siguiente bombardeo y, durante ese tiempo, podría trabajar.
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