Los trámites electorales son una liturgia típica de los autoritarismos, para Maduro es una mascarada esencial a la que solapadamente se han arrimado actores internacionales que dicen ser defensores de la democracia mientras se mueven «entre grises».
El encapsulamiento y normalización de la dictadura de Venezuela iba «sobre ruedas» y hasta se produjo a finales de 2023 un aligeramiento de sanciones a cambio de casi nada, como lo mostró el Acuerdo de Barbados. No obstante, el desafiante accionar de María Corina Machado les complicó el trámite.
Ella estableció el reto de construir un nuevo liderazgo opositor en torno a la elección de un abanderado para un proceso en el cual estuvo clara desde el principio sobre que ser candidata no era el principal objetivo estratégico.
Al preguntársele por María Corina, como candidato actual en la tarjeta, el embajador Edmundo González Urrutia no duda en referirse a ella como la «líder de la oposición».
El cometido de Machado dentro de una muy torpedeada e infiltrada oposición se ha logrado.
El comando de campaña «Con Venezuela», junto con cada estructura en torno a ella, ahora encabeza la campaña junto a equipos de otros partidos de la Mesa de la Unidad.
Maduro, para intentar sacar a González Urrutia del tarjetón, se muestra cauto en estas horas finales de abril.
La sala situacional del régimen posiblemente está evaluando estudios de opinión que ya nombren al embajador y estén chequeando su pasado para intentar alguna de sus comunes campañas de asesinatos morales.
Quizás inventen otra inhabilitación, para ello los tiempos no son impedimento al controlar todo, quizás cambien fechas o quizás en algún espacio de las negociaciones que ellos dicen que están abriendo nuevamente con estos actores internacionales, consigan algún subterfugio para arrojar un nuevo palo a la rueda.
En cualquier caso, María Corina, con los limitados espacios de acción que ya ha tenido, ha estado imponiendo la agenda ante cada resto.
Ante este desafío, el único accionar evidente que tiene Maduro es desmotivar y desmovilizar a la población. Mantenerlos fuera del interés político, evitar que hagan en sus mentes escenarios de cambio, hacer como se estuvo haciendo con los actores internacionales, que la población considere a la dictadura como establecida sin mayor alternativa de rebelión.
Solo desmoralizando el costo del fraude bajará el precio para Maduro.
María Corina pone alta vara al robo, por ello la hora definitiva de la deslegitimación de la dictadura socialista será el 28 de julio, ante cada estorbo les deja más desnudos.
*Andrés Segovia Moreno es un periodista con experiencia de corresponsal internacional e investigador académico radicado en la ciudad de Washington DC. Fue coordinador regional del partido Vente Venezuela en el estado Trujillo y ha dirigido iniciativas sociales en su natal Valera.