Vamos a suponer –y es fácil suponerlo hoy- que la oposición y Edmundo González Urrutia y María Corina Machado ganan las elecciones del 28 de julio, que Maduro y sus allegados se van del país y que los militares se portan bien. En tan variado caso el 28 de julio será sólo y alarmantemente una simple frontera entre el antes y el después.
Los venezolanos debemos aprender que aunque hoy el pasado parezca ido y rápido, el mañana no lo será tanto. Podemos y debemos ser exigentes e incluso impacientes, pero con tranquilidad y espíritu de reflexión y, muy especialmente, de participación.
Pocas semanas tras la caída de madrugada de Pérez Jiménez, había pintas en paredes caraqueñas expresando “perdón, Pérez Jiménez, no supimos lo que hicimos”. Es de prever que para esta ocasión el castromedurismo se prepara para algo similar o peor, como legalizar la sumisión de todos los poderes constitucionales al poder comunal. Y para eso debemos prepararnos, no podrá ser sólo una lucha de Machado y González Urrutia. Quienes ganen las elecciones, presumiblemente ellos, deben tener tiempo y ambiente para los muchos cambios que este país necesita, ya con terminar las numerosas obras empezadas o prometidas pero no concluidas durante 25 años, bastaría para que fuese un gran gobierno. Rescatar los dineros robados será tarea importante pero ardua, no debemos confiar demasiado en ella, aunque tampoco olvidarla. Además por supuesto las trampas constitucionales que pueden ser muy graves, demasiado.
Cada venezolano tiene derecho a esperar que su problema personal o familiar sea resuelto, pero también el deber de entender que la mejor forma de solucionar el problema mio empieza por resolver el de todos, mejor vivirá cada uno en un país más fuerte, sólido y eficiente que en uno con problemas para los demás y el mio resuelto.
El estudio y actualización del catálogo de obras y el análisis eficaz de la situación, la conveniencia y la opción de cada una no se hace en días ni de acuerdo a las necesidades de cada venezolano en particular, sino de acuerdo a un esmerado plan para todo el país, y ésa es la principal responsabilidad de los nuevos electos, más allá de las emociones. El fervor y la fe que hoy provocan María Corina Machado, Edmundo González y su gente, es la base de lo que esperamos de ellos: cumplimiento para construir la Venezuela que soñamos. Y los sueños, para transformarse en realidades, necesitan participación tanto en las obras como la fuerza del respaldo y de la fe profundos para contrarrestar en las trampas constitucionales, políticas y generantes de confusión.
No es la Venezuela que harán para nosotros, es la nación que entre todos debemos levantar. La de todos, la de los honestos y esforzados, porque una gran patria no es un regalo, es una ganancia que necesita del esfuerzo de todos.
La otra Venezuela que permanecerá como realidad es la chavista, será problema de ellos, para exigir y actuar como oposición, hacerse parte de la acción pero también para buscar su propio poder. Lo de que “Venezuela es de todos” no es una simple frase política, es una realidad que a todos compromete, ricos y pobres, hombres y mujeres, niños, jóvenes y viejos. Todos. Machado y González Urrutia no entrarán solos en la historia.