Nunca escuché de los gobiernos o pueblos japonés y chino pedir “transferencia de tecnología” a los estadounidenses. Sin embargo tanto La China como el Japón lograron copiar al principio tecnologías no solo yanquis sino también europeas… y con el tiempo los productos primero copiados lograron superar al modelo.
En tiempos anteriores recuerdo que un sacerdote católico, sin pedirle “transferencia de tecnología” al imperio español… en México construyó un acueducto mejor y más largo que el de Segovia que por su parte fue levantado por legionarios romanos.
La “transferencia de tecnología” es una de las frases que más confunde en estos tiempos por diversas razones.
Cuando en Venezuela se comenzó a construir lo que llegó a ser una de las mayores y más eficientes industrias petroleras… en alguna biblioteca extraviada allá por el pueblo nativo de mi padre, Tovar, estado Mérida, conseguí un escrito donde celebraba el autor la llegada de tecnología venida de los Estados Unidos.
Ese autor se quejaba porque supuestamente los españoles no nos habían “dejado nada”.
Injusto el tipo al dejar de lado todo el entramado legal estilo romano con el que Venezuela echó a andar… dejado por los españoles y sin el cual habríamos descendido al nivel de los humanos primitivos.
Pero, apartando la historia que en realidad poco se repite salvo como tragedia, el término “transferencia de tecnología” tiene entusiasmados a unos cuantos venezolanos… mientras que otros acostumbrados a negar todo lo que huela a propaganda oficial llegan a creer que más bien los chinos, rudos y cubanos… vienen a robarnos los conocimientos y las materias primas.
La realidad tras la engañosa frase es otra porque los convenios entre los inversionistas extranjeros –privados o estatales- desde hace años contienen cláusulas de transferencia de tecnología… que más apropiadamente podrían llamarse “de entrenamiento del personal”.
En el mundo privado sucede casi lo mismo con este tipo de convenios… y allí está la clave de muchos de nuestros fracasos.
Para que una tecnología se pueda “transferir” se requiere algo más que entrenamiento del personal venezolano que se encargará de manejar la fábrica objeto del convenio transferidor.
No se trata de planos y manuales o las rutinas de mantenimiento… sino de otras cosas que no se pueden tratar en los convenios de transferencia de tecnología y pongo un ejemplo.
Fuimos y seguimos siendo un país petrolero… pero nuestras universidades y tecnológicos graduaban pocos ingenieros especializados no solo a la extracción del crudo… sino a su transformación.
Si no había profesores, caso negado, nos sobraban recursos para contratarlos en el extranjero.
Esa es la razón por la cual Colombia fue y es gran productor de ropa íntima elaborada a base de petróleo.
Si lo que se quiere es que los venezolanos aprovechen las materias primas con que la Providencia nos dotó… hay que definir no solo el país hacía el cual nos debemos dirigir… sino cuál es la educación que para lograr ese fin que nos hará prósperos… requerimos.
Y esa ruta lógica tiene muchos enemigos agazapados en el pasado… desde las mafias de la educación… pasando por gremios y sindicatos y finalmente nosotros los venezolanos que pretendemos “abarcar mucho”… y “apretar duro al mismo tiempo”.
Algo imposible si queremos un país diversificado… más rico y equilibrado.