Sir Winston S. Churchill
Hitler al único líder rival de sus contrincantes en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) que temió y respeto fue al Primer Ministro de Inglaterra: Sir Winston S. Churchill. A Stalin lo desprecio. Y tuvo una opinión desfavorable de los estadounidenses como soldados diestros para la guerra.
Hitler también alardeó en su libro Mein Kampf (1925) que en caso de volver Alemania a la guerra europea jamás se cometería el error de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) de abrir dos frentes.
Fue tan vertiginosa la “Blitzkrieg” en los años 1939 y 1940, que ese precepto, de no combatir en los dos frentes, muy rápido se le olvido. Hitler sobreestimo sus capacidades y esto fue su perdición.
Los Aliados en cambio ya se sabían ganadores en el año 1943 luego de la derrota del VI Ejército alemán del Mariscal Friedrich von Paulus en Stalingrado. A su vez, la Operación Torch, en los últimos meses del año 1942 supuso la conquista del norte de África de parte de los ingleses y estadounidenses.
Otro ataque fulminante y que ya era indicio de la gran confianza de los Aliados en la victoria final fue el desembarco sobre Sicilia el 10 de julio de 1943, bajo el mando de Dwight David Eisenhower. La invasión de Italia, fue lenta por la terca resistencia del general y mariscal de campo Albert Kesselring, aunque en su momento se consideró un hecho irreversible y consumado.
Entre noviembre y diciembre del año 1943 se llevó a cabo la poco publicitada Conferencia de Teherán entre Churchill, Roosevelt y Stalin. Los Aliados planificaron en esa reunión, donde hubo buenas vibras y sintonía entre todos ellos, el golpe de gracia final a Hitler y sus huestes muy dispersas en gigantescos frentes amplios.
Para ser aliados cada uno debía hacer méritos más o menos equivalentes. Los rusos estaban crecidos en el frente oriental luego de Stalingrado y le tomaron la medida a la Wehrmacht. Los ingleses y estadounidenses tenían que hacer algo tan formidable para igualarse a los rusos.
Además, en diciembre de 1941, los estadounidenses fueron sorprendidos en Pearl Harbor por los japoneses y debían librar una guerra colosal en dos frentes abiertos. Solo que los estadounidenses a diferencia del resto de sus dos aliados principales contaron con dos ventajas decisivas a su favor. 1. Una retaguardia en paz alejada del teatro de la guerra y 2. La más formidable industria de guerra nunca antes vista en los anales militares.
Este es el contexto de la Operación Overlord. La invasión anfibia más grande en la historia militar: la Batalla de Normandía, también conocida como el Día D, ocurrida el 6 de junio de 1944. Los rusos a su vez, en coordinación con estadounidenses e ingleses, iban a lanzar una gran ofensiva a finales de ese mismo mes de junio conocida como Operación Bragation.
El plan de los aliados se fundamentó en golpear simultáneamente a los ejércitos nazis diseminados por toda Europa tanto en el frente oriental como el occidental. Esta estrategia fue eficaz e implicó una logística inédita hasta ese entonces.
Rommel y Gerd von Rundstedt, dos competentes generales alemanes, tuvieron la misión de crear el famoso y temido Muro Atlántico. Una red de fortificaciones, minas, bunkers y obstáculos desde Noruega hasta Francia vigilando toda la costanera alrededor del Canal de la Mancha.
Obviamente que el objetivo de la Operación Overlord fue la liberación de Francia. Y para ello había que desembarcar en el país galo. Unidades de los Estados Unidos, Inglaterra y Canadá fueron las responsables de la invasión en Normandía.
Aunque no se pueda creer, el elemento sorpresa, fue determinante en el éxito de la operación. Los alemanes llegaron a suponer que la invasión se llevaría a cabo por las adyacencias de Calais, ya que era el punto más cercano entre las dos costas de Inglaterra y Francia.
Otro aspecto que llevó a los alemanes a bajar la guardia en Normandía fueron las adversas condiciones meteorológicas de ese momento. Lo cierto del caso es que los Aliados, a expensas de una superioridad aérea descomunal y una confianza absoluta en la victoria, bajo el liderazgo de un cuerpo de comandantes competentes y ofensivos como Dwight D. Eisenhower, Bernard Montgomery, Omar Bradley y George Patton, tuvieron un éxito esplendoroso que les permitió liberar París el 24 de agosto de 1944.
Churchill que se carteaba vía telegramas con Stalin en esos aciagos días en que se olía la victoria pero igual se reconocían las condiciones azarosas presentes en toda guerra, le dijo lo siguiente: “Tenemos bastante más de 750.000 ingleses y americanos en tierra, en una proporción del 50 por ciento. El enemigo arde y sangra en todos los frentes al mismo tiempo, y estoy de acuerdo con usted en que esto debe mantenerse hasta el fin”.
DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN
@LOMBARDIBOSCAN
Director del Centro de Estudios Históricos de la Universidad del Zulia
Representante de los Profesores ante el Consejo Universitario de LUZ