El estallido de euforia en Israel tras el rescate, el 8 de junio, de cuatro rehenes que habían estado cautivos en Gaza durante ocho meses duró poco. Altos oficiales israelíes se apresuraron a elogiar a los comandos que llevaron a cabo la misión, uno de los cuales fue asesinado, y la información de inteligencia precisa que localizó los dos apartamentos en el abarrotado campo de refugiados de Nuseirat donde estaban encarcelados. Pero los funcionarios se apresuraron a frenar las expectativas de que los 120 rehenes israelíes restantes en poder de Hamás pudieran ser rescatados de manera similar.
Fue una “combinación única de inteligencia y circunstancias operativas”, explicó un general. Pero los funcionarios de seguridad israelíes todavía consideran que será necesario llegar a un acuerdo con sus enemigos si se quiere liberar a la mayoría de los rehenes restantes secuestrados por Hamás el 7 de octubre.
Para el pueblo de Gaza, la operación israelí puso de relieve cuán sombría sigue siendo su situación. Según las autoridades sanitarias dirigidas por Hamás, al menos 274 personas murieron en la operación, mientras las fuerzas israelíes lanzaban fuego de cobertura para proteger a los rehenes y la ruta de escape de los comandos. Israel cuestiona estas cifras y afirma que muchos de los muertos eran combatientes. Cualquiera que sea la cifra exacta, un alto el fuego no puede llegar demasiado pronto para los civiles atrapados en el fuego cruzado.
Antony Blinken, el secretario de Estado estadounidense, llegó a la región el 10 de junio para promover el acuerdo de alto el fuego presentado por el presidente Joe Biden diez días antes. El acuerdo, basado en una propuesta israelí, tiene un marco de tres etapas. La primera fase es una tregua de seis semanas, durante la cual Israel se retiraría de las áreas urbanas de Gaza y Hamás liberaría a algunos de los rehenes a cambio de prisioneros palestinos retenidos por Israel.
Al mismo tiempo, una segunda etapa comenzaría con negociaciones a través de intermediarios hacia un alto el fuego más duradero y la liberación de soldados israelíes varones retenidos por Hamás y de más prisioneros palestinos. Una tercera fase supondría la devolución de los cadáveres de los rehenes muertos y el inicio de un programa para reconstruir la devastada Franja de Gaza.
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