En Nueva York, hay algo que indica la llegada del verano y con él, el calor sofocante que cada año es más extremo: se abren las bocas de incendio y las calles se transforman en pequeños parques acuáticos. Así ha ocurrido este martes con la llegada de la primera ola de calor de la temporada, que castigará la mayoría del país hasta el fin de semana. Tras haber azotado Estados del Medio Oeste desde el pasado lunes, el fenómeno atmosférico ha avanzado rápidamente hacia el noroeste, donde se espera que las temperaturas alcancen su punto álgido entre el miércoles y viernes, con índices de calor que superarán los 100 °F (37,7 °C) en varias localidades.
Por El País
Este martes, más de 77 millones de personas, desde Iowa hasta Maine, estaban bajo algún nivel de alerta debido a lo que el Servicio Meteorológico Nacional ha calificado como una ola de calor “peligrosa y de larga duración”. Además de que el fenómeno atmosférico traerá las temperaturas más cálidas de lo que va de año, la agencia federal destacó que el calor será aún más peligroso debido a su “persistencia”, la poca brisa que habrá para combatirlo y los altos niveles de humedad. Es posible que a lo largo de la semana se igualen o batan cientos de récords de temperaturas máximas, con temperaturas que se dispararán hasta 25 °F por encima de la media. Por las noches tampoco habrá alivio: las temperaturas se mantendrán por encima de los 70 °F (21?°C).
La ola de calor, que se desplazará al sureste a finales de esta semana y principios de la próxima, fue alimentada por un intenso domo de calor (también conocido como cúpula u onda de calor, o heat dome en inglés) que se ha asentado sobre la mitad oriental del país. Un domo de calor se produce cuando una capa de aire cálido se acumula cerca de la superficie terrestre y queda atrapada por una capa de aire más fresco encima de ella. El aire atrapado se convierte cada vez más caliente, creando una especie de horno sobre la tierra. Las altas temperaturas generadas por esta masa de aire caliente pueden durar varios días o semanas, provocando olas de calor peligrosas como la que se vive esta semana.
En Estados Unidos, el calor es la principal causa de muertes relacionadas con el clima. Solo en Nueva York, cada verano mueren prematuramente aproximadamente 350 personas debido al calor, según un informe publicado este martes. De esas, la mayoría son muertes exacerbadas por el calor, es decir, que el calor agravó una enfermedad subyacente. El informe de la ciudad añade que los neoyorquinos de raza negra se ven afectados de forma desproporcionada por el calor y tienen más probabilidades de morir por estrés térmico que los demás. La falta de un aire acondicionado en el hogar es el principal factor de riesgo identificado por los investigadores.
Para hacer frente al calor extremo, autoridades estatales y locales de las regiones afectadas activaron diversos planes de emergencia. Varios Estados, incluyendo Nueva York, Ohio, Pensilvania, habilitaron cooling centers, instalaciones interiores con aire acondicionado que pueden utilizarse durante el día. Estas incluyen museos, bibliotecas, centros comunitarios y tiendas. En Nueva York, la gobernadora del Estado, Kathy Hochul, también activó a la Guardia Nacional, y el alcalde de la Gran Manzana, Eric Adams, anunció que el Departamento de Bomberos estaría disponible para abrir bocas de incendio e instalar spray caps, tapas rociadoras que al aplicarse sobre el hidrante crean una especie de fuente de agua en la que es habitual ver a niños jugando y a adultos refrescándose. Aunque es ilegal abrir los hidrantes sin avisar a las autoridades, no es raro ver a alguien hacerlo por su propia cuenta.
Consecuencias del calor abrasador
Las olas de calor como la que atraviesa Estados Unidos esta semana son cada vez más extremas y frecuentes debido al cambio climático. De hecho, el año pasado, el país registró el mayor número de olas de calor desde 1936. Las posibles consecuencias de estos fenómenos atmosféricos son varias. Para empezar, el calor extremo supone un grave riesgo para la salud. Las olas de calor pueden provocar síntomas graves, como desmayos, mareos, dolor de cabeza, náuseas, deshidratación o insolación. También pueden agravar enfermedades crónicas como las cardiovasculares o las respiratorias. Las personas mayores, las embarazadas y los recién nacidos se encuentran entre los grupos más vulnerables a las enfermedades y muertes causas por el calor.
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