Migrantes arriesgan su vida en las dunas del desierto de Chihuahua, en la frontera norte de México, que se ha consolidado como una ruta socorrida en medio del verano y con temperaturas récord mayores a 40 grados, para evitar los crecientes operativos del Gobierno mexicano y de Estados Unidos.
Por El Diario NY
Uno de los migrantes captados por cámaras de EFE mientras salían de las dunas, antes de atravesar la Sierra de Samalayuca, compartió que su objetivo es superar uno de los tramos más difíciles de la ruta migratoria, los 50 kilómetros finales antes de llegar a la frontera con Estados Unidos.
“Por migración (cruzamos el desierto), porque nos detienen, no tenemos permiso mexicano. Gracias a Dios, me ha dado un poco de resistencia y el agua y todo”, contó Giovanni Alpizar, quien no quiso revelar su nacionalidad y cruzó con otros dos compañeros una zona de 8 kilómetros de dunas bajo una temperatura de 41 grados.
Con esta ruta, el migrante de 32 años esperaba evadir un retén carretero de militares y de agentes del Instituto Nacional Migración (INM) que está 50 kilómetros al sur de Ciudad Juárez, fronteriza con la urbe estadounidense de El Paso.
Más riesgos tras más restricciones
Los hechos ocurren tras una caída de más del 70 % en los arrestos diarios de migrantes en la frontera de Estados Unidos con México desde el punto álgido de diciembre pasado, según afirmó el mes pasado el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
Además, la migración irregular interceptada por México subió cerca del 650 % interanual hasta un récord de casi 1,4 millones de enero a mayo, según informó el Instituto Nacional de Migración (INM) en junio.
El padre Juan Carlos López, vocero de la Diócesis de Ciudad Juárez, indicó que las autoridades de ambos países deberían coordinar operaciones humanas para evitar que los migrantes tomen este tipo de riesgos, sobre todo ahora con el verano y las crecidas del fronterizo río Bravo (o Grande) con las lluvias repentinas.
“Es triste ver a personas, a seres humanos, al fin de cuentas hermanos por nuestra condición de humanos, muriendo en estas circunstancias, sea en el desierto, sea en el río, es muy lamentable”, indicó el párroco.
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