Gehard Cartay Ramírez: Abuso de poder, acoso y represión

Gehard Cartay Ramírez: Abuso de poder, acoso y represión

Sabiéndose derrotado, el régimen está desesperado y errático, aparte de agotado en todo sentido y repudiado por la inmensa mayoría de los venezolanos.

En una democracia plena, esta situación no debería estar planteada de ningún modo, tal como lo demostraron los 40 años de la República Civil, cuando la alternancia en el poder se hizo una práctica común. Pero en el caso actual, la cúpula podrida que manda desde hace 25 años cree que el poder les pertenece de manera absoluta y la real posibilidad de perderlo los hace sentirse nerviosos y sin contacto con la realidad.

Y la realidad demuestra que no tienen manera de ganar las elecciones presidenciales del próximo 28 de julio, a menos que intenten desconocer la voluntad popular, lo cual sería, sin duda, un suicidio para el régimen. Si llegaran a hacerlo, las cosas empeorarían. Podrían hacerlo por su grado de desesperación, pero tentar esa posibilidad sería un gravísimo error y supondría un costo político altísimo para el régimen.





Por lo pronto, y ante la mirada cómplice de su CNE y las demás autoridades, el madurismo sigue profundizando su perversa estrategia de crear temor e inseguridad entre los opositores, apelando a la detención ilegal, el secuestro, el acoso, el hostigamiento y la persecución contra ellos, utilizando a tales efectos sus cuerpos policiales, parapoliciales y bandas armadas. Toda una estructura criminal que opera impunemente al margen de los procedimientos constitucionales y legales, pero cuyo objetivo final no es otro -insisto- que sembrar terror y miedo. Sin embargo, a pesar de tales procedimientos, muy poco han logrado al efecto, pues la dirigencia opositora sigue teniendo una moral muy alta y una capacidad de lucha que no cesa, sino todo lo contrario.

El hostigamiento se ha trasladado incluso a humildes venezolanos y venezolanas que han cometido el “delito” de que sus hoteles, posadas y restaurantes le prestaran sus servicios a Edmundo y a María Corina, así como a sus acompañantes. Pero aquí le cierran abusiva y arbitrariamente a cualquiera su establecimiento por cumplir con su objetivo comercial. Así ha ocurrido a lo largo y ancho del territorio nacional afectando hasta muy modestos kioskos de venta de arepas y empanadas. Se trata de un procedimiento tragicómico, por los daños que ocasiona una actitud que, al mismo tiempo, no deja de ser ridícula también.

Ya se sabe que desde hace tiempo y por órdenes del régimen las líneas aéreas no le venden boletos a María Corina, por lo que todas sus giras las cumple viajando por carretera, lo cual le ha permitido contactar a millones de venezolanos de pueblos y caseríos, quienes salen a apoyarla con muestras de emoción y afecto. Se sabe también que hace pocos días al mismo candidato presidencial Edmundo González Urrutia un comisario político de la línea aérea del Estado lo agredió verbalmente, como si aquella no fuera propiedad de todos los venezolanos y no solamente de los partidarios del madurismo.

Mientras todo esto sucede, los jerarcas del régimen y su alicaído candidato son los únicos que usan a su antojo la numerosa flota aérea del Estado venezolano, en un acto impúdico de peculado y corrupción, pues esas naves no deberían ser utilizadas en función de objetivos electorales y partidistas. Por supuesto que lo mismo hacen con las televisoras oficiales, vehículos, locales y equipos pertenecientes a organismos públicos, así como con los recursos financieros del Estado. 

Por supuesto que todos estos abusos de poder producen un efecto totalmente contrario al que persiguen sus autores y lo que hacen es convencer a mucha gente más sobre la desesperación del régimen ante su segura derrota del 28 de julio. Cada vez que acuden a estas prácticas delictivas aumenta el descontento popular y se refuerza aún más la capacidad de lucha para sacarlos del poder este 28 de julio.

La verdad es que pocas veces antes se habían producido conjuntamente todos estos actos de ventajismo, peculado, abuso de poder y represión por parte de quienes han ejercido el poder contra sus adversarios, salvo en los tiempos de las dictaduras que anteriormente sufrieron los venezolanos. Pero hoy en día en las modernas democracias estos procedimientos ilegales e inmorales no tienen cabida. Por desgracia, hoy en Venezuela no hay una democracia auténtica.

Desde luego que tales actos de abuso de poder, acoso y represión, que menoscaban los derechos constitucionales de los venezolanos, así como los innumerables casos de corrupción y peculado cometidos por la casta que manda, no reducirán en modo alguno la voluntad mayoritaria de los venezolanos por lograr el cambio verdadero y echar del poder a la cúpula corrupta que hoy lo utiliza para su beneficio personal y de grupo. Ni van a impedir la clamorosa victoria popular del 28 de julio, encabezada por Edmundo y María Corina.

 Hagan lo que hagan, no podrán.