Luis Barragán: Trump, o la épica de un instante

Luis Barragán: Trump, o la épica de un instante

El expresidente Donald Trump es rodeado por agentes del Servicio Secreto de Estados Unidos en un acto de campaña, el sábado 13 de julio de 2024, en Butler, Pensilvania (AP Foto/Evan Vucci)

 

En medio de un acto realizado en Butler, localidad estadounidense de Pensilvania, ayer no más, hubo un atentado contra la vida del polémico aspirante presidencial Donald Trump. Cierto, es prematuro todavía dar una opinión en torno a las consecuencias políticas del lamentable hecho, siendo tan importante el resultado inicial de la investigación criminal. No obstante, a escasos meses de los comicios, es evidente el poderoso impacto publicitario favorable al republicano.

En efecto, una fotografía como la tomada por Evan Vucci para AP, o los numerosos videos – incluso – informales que pueden traducirse en un eficaz spot, lucen prometedores al portar varios elementos, como el rostro salpicado e sangre de un Trump que, al pasar la sorpresa, se para envalentonado con el puño en alto, la bandera nacional de fondo y la audiencia coreando el nombre de su país. Se agachó seguramente acatando el grito de los agentes del servicio secreto, pero inmediatamente se levantó con el consabido rostro de enfado y desafío que inspirará los más variados diseños de campaña y contracampaña.





Nos referimos a un instante épico de gran trascendencia electoral, aunque le falten otros componentes que lo redondeen y caractericen como un suceso político y lo distingan como un evento histórico. Caso éste que, por lo pronto, bien lo ejemplificamos con el coraje de Adolfo Suárez, sentado serenamente en su curul frente a Antonio Tejero y sus pistoletazos en el Congreso de Diputados hacia 1981.

En el curso de la breve y atípica campaña electoral venezolana, no es difícil pronosticar la reacción del oficialismo que sigue muy de cerca las incidencias del norte con quien – algo consabido – negocia. Andando la Vía Láctea, el triunfo presidencial de Edmundo González le imprimirá otra dinámica al hemisferio con independencia de quien finalmente gane la Casa Blanca, incluso, yendo más allá ante los intereses antioccidentales en juego: no sobredimensionamos el papel de Venezuela en el mundo, pero – tampoco – lo subestimamos como se hizo con el triunfo de Hugo Chávez creyéndolo un episodio pasajero, curioso, y, acaso, bananero.

Deploramos el atentado, siendo inevitable comentarlo al pasar los días y revelar cuán lejos llega el desbarauste social que lo suscita. La democracia liberal pasa por pruebas muy duras que están a la vista de todos, mientras que un denso y tenebroso silencio caracteriza a las sociedades iliberales que acunan sendos regímenes de fuerza.