Hablamos abiertamente de lo que comemos -gustos, cantidades o frecuencia – pero somos pudorosos en las manifestaciones sobre nuestros hábitos intestinales. Está claro que no es de buena educación airear esta necesidad fisiológica, pero todos sabemos que, a menudo, el intestino no tarda en avisar cuando algo no va bien en el organismo.
Por El Confidencial
De hecho, es habitual que en las consultas médicas nos hagan preguntas acerca de la regularidad y las características de las deposiciones, ya que ofrecen información de salud relevante. Hasta aquí, nada nuevo; lo que sí es nuevo es una investigación desarrollada por científicos del Instituto de Biología de Sistemas (ISB), de Seattle, que se ha centrado en la frecuencia de las deposiciones y ha establecido una correlación entre esta y ciertas patologías, como ansiedad, nefropatía y neurodegeneración. Además, los autores han comprobado que la regularidad de las deposiciones depende del sexo, la edad y el índice de masa corporal del individuo.
Para el trabajo, que se acaba de publicar en Cell Reports Medicine, los investigadores examinaron los datos clínicos de 1.400 adultos sanos y que no estaban tomando medicamentos. Los dividieron en cuatro grupos en función de las evacuaciones intestinales autoinformadas: estreñimiento (una o dos deposiciones a la semana); baja-normal (entre 3 y 6 evacuaciones semanales), normal-alta (de una a tres deposiciones al día) y diarrea.
Los investigadores buscaron asociaciones entre la frecuencia de ir al baño y los datos demográficos, el microbioma intestinal y los metabolitos en la sangre, quedando de manifiesto que las mujeres, las personas más jóvenes y las que tenían un IMC más bajo hacían menos deposiciones. Además, encontraron que “el estreñimiento crónico se asocia con trastornos neurodegenerativos y progresión de la enfermedad renal crónica, mientras que la diarrea se relaciona con ansiedad y depresión”, revela el profesor Sean Gibbons, coautor del estudio.
Bacterias intestinales
Estas consecuencias están relacionadas con la microbiota intestinal. Según explica Johannes Johnson-Martínez, ingeniero biomédico y autor principal, “si las heces permanecen demasiado tiempo en el intestino, los microorganismos que están alojados ahí consumen toda la fibra dietética disponible y la fermentan para producir ácidos grasos de cadena corta (beneficiosos)”. Después, los microorganismos fermentan las proteínas, y las toxinas que se generan pasan a la sangre.
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