En un discurso transmitido en vivo por VTV desde Trujillo, Nicolás Maduro aseguró que las elecciones del próximo 28 de julio son una encrucijada decisiva para Venezuela, planteando una elección entre la paz y la guerra.
Por lapatilla.com
“El 28 se decide la paz o la guerra, guarimba o tranquilidad, independencia o colonia,” declaró Maduro ante una multitud de seguidores. “¿O quieren que conviertan a Venezuela en una colonia gringa? ¿Quieren que Venezuela se convierta en la Argentina de Milei? Con la extrema derecha, fascista, ni a la esquina,” añadió, en una retórica marcada por el rechazo a sus adversarios políticos.
El discurso de Maduro refuerza una vez más la narrativa de polarización y confrontación que ha caracterizado su mandato. Al presentar las elecciones como una elección entre extremos, Maduro busca movilizar a su base de apoyo al tiempo que desacredita a la oposición, a la que acusa de ser agentes de intereses extranjeros y de querer sumir al país en el caos.
Maduro evocó el fantasma de la intervención extranjera, aludiendo específicamente a Estados Unidos y a líderes políticos como Javier Milei en Argentina. Esta estrategia de sembrar miedo sobre una supuesta pérdida de soberanía es una táctica recurrente del presidente para consolidar su imagen como defensor de la independencia y la autodeterminación de Venezuela.
Las declaraciones de Maduro llegan en un momento crítico, con el país preparándose para unas elecciones presidenciales en medio de una profunda crisis económica y social. La población, agobiada por la hiperinflación, la escasez de productos básicos y una emigración masiva, enfrenta una decisión crucial sobre el futuro del país.
Con las elecciones a la vuelta de la esquina, el discurso de Maduro refleja su intento de aferrarse al poder a través de la polarización y la retórica del miedo. La comunidad internacional observa con atención, preocupada por la transparencia del proceso electoral y las posibles repercusiones de un resultado disputado.