Más de 15 días han pasado desde las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio. Para ella (se resguarda su identidad por medidas de seguridad) el recuerdo sigue vigente, al igual que todas las emociones que se vivieron antes, durante y después de los comicios. Esta mujer fue uno de los testigos de mesa en un colegio de San Félix, una zona popular del estado Bolívar al sur del país.
Pableysa Ostos / Corresponsalía lapatilla.com
Primero fue testigo asignado por la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), pero el día de las elecciones faltaba un miembro principal de mesa y le tocó asumir ese rol.
Describe que nada del proceso fue fácil, que en la mayoría de los casos las jornadas de la defensa del voto empezó la segunda semana de julio, es decir, 14 días antes del proceso electoral. ¿De qué forma? Con talleres de formación. Ella asistió a casi todos, ya que se impartían según la función de cada persona. Por ejemplo, para los testigos era un taller específico; otro para los capitanes de cada centro, y así sucesivamente.
“Era necesario cualquier información, cualquier manejo de instrumentos o lo que se fuera a necesitar: una ayuda, una suplencia, estar precavido. Y, obviamente, ahí estaban participando todos los voluntarios, militantes de los diferentes partidos de la Plataforma Unitaria Democrática. A medida que iban pasando los días, iba siendo mayor la presión y la responsabilidad también”, describió la joven.
En esos talleres les enseñaron cómo poder defenderse, qué podían hacer en determinadas circunstancias. “En mi caso, estuve muy pendiente de todo, ¿sabes? Estar pendiente de leer desde el manual de miembro de mesa hasta la Ley de Procesos Electorales. Un testigo de mesa tiene que saber la situación, cómo se puede solucionar, cómo podemos medir, cómo podemos llegar a un punto de equilibrio entre ambas partes, porque, fuimos testigos postulados por los partidos y, obviamente, había que estar pendiente ante cualquier irregularidad, cualquier cosa que estuviese fuera de la norma”.
Admite que se preparó mentalmente para lo que sería ese día. Sabía que sería tenso, pero esa sensación la empezó a sentir tres días antes del proceso electoral.
Superar dificultades
Detalló que el día de la instalación de las mesas desde su perspectiva todo fue “relativamente normal”, pero sí notó, por ejemplo, que el material electoral debía estar en dos sobres: uno para el Plan República y otro para la Junta Nacional. “No fue así, solo había un solo sobre y era para la Junta Nacional. Eso me extrañó muchísimo, que el Plan República no tuviera un ejemplar del acta de escrutinio y el sobre con sus documentos que se usa para cualquier observación”.
Otra de las irregularidades que se percató la joven fue que el día de la instalación, el presidente de la mesa no era el mismo que aparecía en la página del Consejo Nacional Electoral (CNE), y ese no fue elegido o sorteado por los primeros electores, miembros o testigos. “Fue elegido a dedo y también noté que en mi centro de votación estaban los cuatro presidentes y todos eran del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv). También era un misterio para que mostraran sus credenciales”.
Trabas para las actas
Recuerda que el domingo 28 de julio la gente estaba muy animada. “A eso de las 2:00 de la tarde empezaron a hablar o comentar los operadores, porque esa era la idea: hablar de las actas de escrutinio y obviamente se le hace la pregunta al operador y este dijo: ‘Bueno, a nosotros no nos dijeron nada de eso y no tenemos orden de entregar esa acta de escrutinio. Se imprime y se guarda en el sobre y listo’, y yo dije: ‘Ya va, marqué la barrera y todo lo que tenía que marcar, y le expliqué al muchacho”.
“Tú eres operador y debes estar consciente de que si hay una orden, ese no es el tipo de orden que se tiene que recibir, porque antes de que te dieran orden de no entregar, hay una orden principal, ¿y cuál es esa orden? Es el artículo 337 del Reglamento de la Ley Orgánica de Procesos Electorales (Lopre) que en su más reciente cambio estipula que cualquier otra copia de actas de escrutinio generado por la máquina de votación, se reparte a los testigos, a los testigos principales y postulados por los partidos nominales de dicha elección. Es un derecho que se le atribuye al testigo, para eso son testigos, obviamente, refutaron”, añadió.
Después de esa confrontación, entraron las contradicciones entre los operadores y el Plan República. “El Plan República sostenía que era una orden. Gracias a Dios, la batería de mi teléfono siempre rindió, porque yo mostré el artículo 337, el manual de mesa electoral, el artículo 300 y 339. O sea, no podemos cegarnos ante una realidad”.
“La actitud del coordinador del centro siempre fue a la defensiva. Por parte del Plan República, por ejemplo, el que creo que era el jefe o el comandante, el que mandaba en todo allí, fue muy amable, una persona que supo escuchar, mira, me pareció espectacular. Ya sabemos las decisiones que tomaron y fueron buenas decisiones. Ese señor fue muy receptivo, la verdad, aplaudo a ese funcionario porque de verdad que sí respetó la voluntad de un pueblo”, sumó la testigo de mesa.
Los votantes fueron clave
La joven comentó que pasadas las 6:00 de la tarde, empezaron a cerrar las mesas y a la media hora empezaron a llegar los votantes. “Y la gente estaba furiosa, porque no daban respuesta sobre la verificación ciudadana, que es contar papelito por papelito. Entonces, sumado a eso, tampoco nos querían dar las actas y la gente estaba que tumbaba la cerca del colegio. Y entonces, justamente fue cuando yo les hablo de eso y les digo que allá afuera hay unos ciudadanos, hay un pueblo que merece que su voto sea respetado y sea el que manifieste la voluntad de una ciudadanía”.
“Entonces, no vamos aquí a jugar con la palabra, con un pueblo que yo le prometí allá afuera salir con un acta de escrutinio, porque prácticamente es mi derecho como testigo y luego como miembro, igualmente estoy defendiendo un derecho y yo puedo interceder, porque en la mesa y tengo voz y autoridad también. No solo lo tiene el presidente, allí las decisiones se toman en conjunto. Obviamente hicieron su llamada, no sé a quién llamaron, y por decisión de todos y porque sabían que allá afuera estaba fuerte la cuestión, se decidió la entrega de actas”, añadió la joven.
Para la testigo eso fue un gran paso. “Fue un paso glorioso. Me sentía orgullosa, porque es hacer ver, es tratar de comunicar, porque obviamente no solo hablé a través de una ley, sino también a través de un pueblo, de un poder ciudadano y, oye, eso es lo importante, ¿sabes? Entonces, ese trabajo que se hizo con la compañera, se hizo bien. A pesar de que fue mi primera experiencia, la verdad que fue espectacular, porque los números hablaban por sí solos y sabes a qué me refiero, pues. Los números hablan por sí solos y la verdad que esa emoción la recuerdo y todavía la vivo a flor de piel”.
Rememora que los presidentes de mesa en su mayoría eran oficialistas, también el coordinador del centro de votación, “pero eso no nos detuvo en nada, porque la verdad es la que siempre va a salir a relucir. Eso siempre va a ser así. La mesa donde estuve tenía alrededor de 800 electores y participó un 70 por ciento de la mesa”.
Horas cruciales
Ese domingo 28 de julio, la joven sintió el entusiasmo de la gente para ejercer su derecho al voto. Admite que los electores estuvieron pendientes de ellos. “Al momento del cierre, la gente estaba pendiente, tenía muchas personas, muchos amigos, muchos vecinos, que estuvieron afuera y me dijeron: ‘avísenos de cualquier cosa’. El WhatsApp lo tenía colapsado”.
“La receptividad fue muy fuerte tanto desde mis contactos, como de la gente ajena, y no solo fue en nuestra parroquia (Dalla Costa), sino en muchas otras. Lo que era el desayuno, el almuerzo y la cena, fue impresionante ver cómo personas voluntarias, del sector privado, donaron, ayudaron y no solo con la comida, también con el traslado de electores. Tengo conocidos que viajaron a Maturín y se llevaron a cinco electores, porque los cambiaron para allá de forma arbitraria, de su centro de votación en San Félix. La unión del país se vio ese día, se vivió una emoción ese día”, sumó.
La testigo de mesa afirma que la comida que recibió por parte de los voluntarios, fue preparada con amor. “La que nos ofreció el Consejo Nacional Electoral daba tristeza: una arepa bien seca de harina amarilla, tiesa, con sardina, pelada. Qué triste, y esto es lo que refleja este Gobierno: miseria y desidia. Muy triste, de verdad”.
Tras las elecciones en el estado Bolívar fueron detenidas 51 personas. La joven admite que gente cercana a ella, quienes también fueron miembros de mesa, han recibido amenazas. “Siento temor por la persecución que se ha venido desarrollando. Como cualquier ser humano, todos tenemos miedo. Tengo miedo a que el Gobierno me trunque mi futuro, me trunque mi vida, me trunque mi juventud”.