La comunidad nacional e internacional se mantiene alerta a la espera de las acciones de la Fuerza Armada Nacional para que se respete la soberanía popular y la Constitución. Las palabras “rebelión, insurrección, alzamiento” entre otras, ronda por las cabezas y bocas de millones que aún creen en la fortaleza moral de nuestros militares. Lo que parece que aún la gente no ve es que la primera fase de esa rebelión ya ocurrió, ya hubo un desconocimiento de las órdenes inmorales e ilegales de la superioridad corrompida y rastrera, ya hubo un claro acto de desobediencia a las instrucciones que violaban la ley y los hacia cómplices de ellos. Ya algunos generales dignos, cuadros medios y bajos que, sin ser opositores ni militantes políticos, hablaron, sin abrir la boca.
Los venezolanos conocemos el proceso electoral, sabemos que al final de la votación en cada máquina se emite un acta que luego es auditada contra los comprobantes echados en las cajas y allí queda todo claro.
En estas elecciones ocurrió algo que no había pasado jamás. El Ministro de la Defensa Padrino López junto al comandante del CEO General Hernández Lares dieron instrucciones muy precisas a sus subalternos: “escuchen bien y claro, solo se debe imprimir un acta por mesa, no más, esa acta es para el funcionario del CNE.” Los generales y coroneles presentes no tenían otra opción que decir en voz alta: entendido, pero, en ese mismo momento, ante semejante orden, comenzó la primera fase de la rebelión militar. Rebelión silenciosa, inteligente, de cara al pueblo que gime por un cambio en las condiciones penosas de vida a las que están sometidos.
En qué consistió esa acción militar. Desconocer la orden, promover el cumplimiento de la ley, permitirlo y protegerlo. Es así como la oposición pudo obtener las actas y publicarlas sin que le pusieran obstáculos, es gracias a esa acción silenciosa (entre otras muy meritorias) que hoy las actas son conocidas en el mundo entero y por primera vez se pone en clara situación de ilegalidad e ilegitimidad al déspota de Miraflores.
Padrino López, desde su suntuosa vida de millonario, no percibió jamás que esa desobediencia ocurriría, le importa poco que la familia militar pase penurias, hambre y sueldos miseros. No comprendió que nuestros militares son pueblo en armas y que mayoritariamente creen en la Constitución, llevan en los huesos las enseñanzas sobre el código de honor y poco a poco irán enfrentando el aparataje de terror, tortura y muerte de Hernández Dala. Al fin y al cabo, son hombres y mujeres preparados para la guerra, ergo, valientes.
Hoy se sabe de un estruendoso silencio en los cuarteles, sabemos de la vergüenza que sienten los profesionales de armas, al pretender el gobierno convertirlos en cómplice de la violación más grosera y aberrante a nuestra carta magna, que se ha conocido en la historia de Venezuela y lo que es peor, que los obliguen a reprimir la justa protesta de sus propios amigos y familiares que solo piden que se respete la soberanía popular.
Ese silencio mantiene a los usurpadores de Miraflores en zozobra y a los generales corruptos desconfiados de sus jefes de unidades. Por este silencio es que ahora las patrullas que antes comandaban los tenientes las comandan los generales.
Es tiempo de definiciones, cada uno decidirá: o el amor y respeto del pueblo, o el desprecio hasta de su familia perpetuado por la historia.
LA REBELION MILITAR EN SEGUNDA FASE SUCEDERA MÁS TEMPRANO QUE TARDE Y MÁS LEGÍTIMA QUE NUNCA.
El Plan República tiene copia de las actas…