Cuando Colombia vivía sus tiempos más sangrientos, en el pasado, con la acción de los cárteles del narcotráfico y las guerrillas, el flujo en el puente Simón Bolívar, que une las ciudades fronterizas de San Antonio de Táchira (Venezuela) y Cúcuta (Colombia) era prácticamente en una sola dirección. Las personas salían de Colombia para refugiarse, comprar y trabajar en Venezuela, un país estable en el que abundaban los servicios y el empleo.
Por ABC.es
Sin embargo, en las últimas dos décadas, ese flujo se ha invertido. La mayoría de los que cruzan hacia Cúcuta son venezolanos, no solo para hacer compras, estudiar y trabajar, sino también para subirse a autobuses que los llevan a Bogotá, Quito e incluso Lima. El puente se ha transformado en un símbolo del éxodo venezolano, que ya ha llevado a más de 7,7 millones de personas al exilio (2,8 millones de ellas están en Colombia), según datos de la ONU.
Colombia y Venezuela comparten una frontera de 2.300 km, y gran parte de ella está densamente poblada. Sin embargo, la desigualdad en las condiciones de vida a ambos lados la ha convertido en un lugar propenso al contrabando, el narcotráfico y la presencia de cárteles y facciones criminales, lo que hace muy peligrosa la vida en esas áreas.
ABC visitó la región en la semana de las elecciones venezolanas, a finales del mes pasado, y pudo ver a estas organizaciones en acción. No es en los puentes, sino en las ‘trochas«, los pasos clandestinos, donde se ven las escenas más terribles dejadas por los conflictos.
Bandas que extorsionan
En estos senderos, obviamente, no es necesario mostrar documentación para cruzar, pero los riesgos son muchos. Ahí actua, por ejemplo, el Tren de Aragua, una banda venezolana que hoy está presente en cinco países de la región. Además de asaltar a los transeúntes, controlan el comercio local mediante la extorsión a los comerciantes, cobran peajes en las carreteras y hacen de Cúcuta, del lado colombiano, una ciudad muy peligrosa. En muchos casos, operan junto con los ‘colectivos’, milicias venezolanas creadas durante el Gobierno de Hugo Chávez que, en principio, funcionaban como una policía paralela. Con el tiempo, no todos los grupos de colectivos respondieron al Gobierno, sino que comenzaron a actuar como bandas delictivas.
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