La “Santa Salsa” de un venezolano: Artista se reinventó en Nueva York con sus esculturas comestibles

La “Santa Salsa” de un venezolano: Artista se reinventó en Nueva York con sus esculturas comestibles

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¿Un perro caliente puede ser arte? La respuesta, al igual que en todo buen graffiti, está en los ojos de quien lo contempla y en el paladar de aquel que se atreve a probarlo. Sergio Barrios, mejor conocido como “El Hase”, desarrolló una nueva forma de expresión donde la comida es un lienzo que desborda una armonía de sabores y un sinfín de emociones en un reconocido rincón de Nueva York fuera de lo convencional: “Santa Salsa”.

Lo más impresionante de este lugar es la esencia que adorna su interior, un espacio en el que cada detalle, desde las exquisitas esculturas comestibles hasta las obras colgadas en las paredes, están cuidadosamente curadas por un venezolano audaz que decidió reinventarse y logró materializar el proyecto artístico que tanto le apasiona, lejos de su país para inspirar a los más aventureros de La Gran Manzana.





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Cuando el reloj marca el mediodía en Nueva York, un lugar cobra vida de una forma que pocos imaginan. “Santa Salsa”, es un punto de encuentro entre el arte callejero y la gastronomía, un escenario en el que Sergio redefine lo que significa ser artista. Este caraqueño transformó un simple bocado en una experiencia estética, en la que el perro caliente se convierte en una escultura efímera que se expande hacia una creatividad sin límites.

“El Hase”, además de plasmar su talento en los muros de la ciudad, llevó su arte un paso más allá, al incorporar su pasión por la patineta y el graffiti en un mediometraje que representaría toda su carrera en Nueva York. 

“Hicimos un video, un mediometraje que era sobre un patinetero que se convierte en un perrero que hace una salsa especial y esta salsa cada vez que el consumidor la prueba, se convierte en patinetero. Y ese mediometraje, esa pieza de arte se llamó ‘Santa Salsa’, y de ahí viene la inspiración de la historia de las patinetas y los perros calientes”, explicó. 

“El perro con todo”

Pero la historia no inicia en la Gran Manzana, sino en las calles de Caracas, donde “El Hase” se forjó como diseñador gráfico y se convirtió en pionero del graffiti tradicional. Fue en 2008 cuando decidió llevar su visión artística a “la ciudad que nunca duerme”. Sin embargo, Nueva York es una metrópoli que difícilmente se entrega a cualquiera. Competir con los gigantes del arte y la gastronomía fue un desafío que Sergio enfrentó con creatividad.

“Lo más complicado para mí fue tratar de descubrir el lenguaje artístico que fuera novedoso en el mundo del arte acá en Nueva York, en un momento como este. Y entonces terminé concentrando todas mis obras, de cierta manera mis expresiones, en una sola, y esto viene de un análisis de lo que para mí simboliza el ‘perro con todo’”, dijo.

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Añadió que la forma en que se come el perro caliente, aunque en cierto modo es universal, en Venezuela es única, tal como la hamburguesa o los pepitos. “Busqué unir todo eso en un espacio y mezclarlo con mis pinturas, mis esculturas, mis puestas en escena, con los performance que he venido trabajando durante años anteriores”.

Así se originó “Santa Salsa”, un rincón donde los detalles están cuidadosamente plasmados, desde las “esculturas comestibles”, como Sergio suele llamar al menú que ofrece, la música, las obras de arte propias y de colegas, hasta las proyecciones en las pantallas. 

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“Han sido concebidos de cierta manera, como una escultura, por ejemplo, en la manera de preparar el perro caliente, se pone primero el kétchup y después la mostaza, porque yo quiero que el rojo quede debajo del amarillo. Todo el concepto es que te estás comiendo una escultura y eso es una representación de lo que para mí es el arte efímero”, mencionó.

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Esta innovación le ha permitido a “El Hase” replantearse su rol como artista. En lugar de vender cuadros o esculturas en una galería, encontró una manera de que su obra esté al alcance de todos, cada día, en cada plato que sirve. “Muchos colegas vienen y me dicen: ‘¿ya tú no estás vendiendo obras?’ (…) mi obra se vende todos los días”, comentó.

La esencia de “Santa Salsa”

“El Hase”, consciente de las raíces callejeras de su propuesta, se mantiene fiel a los elementos más puros de la comida rápida venezolana. “Nunca salí a comerme en un carrito de la calle una arepa, ni un pabellón, ni unas empanadas, las empanadas de repente en la playa. Pero, tú vas a un carrito de perros y el menú es perro caliente, hamburguesa, pepito, y hasta ahí llega. Entonces, traté de recrear ese concepto”, explicó, al destacar su compromiso de no “gourmetizar” lo que debe permanecer auténtico.

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Este enfoque purista le permite mantener la autenticidad de los platillos y así respetar la esencia de los puestos que alguna vez llenaron las calles de Caracas.

La recepción del público neoyorquino ha sido un aspecto clave para el éxito de “Santa Salsa”. En una ciudad donde la comida es tan diversa como su población, la propuesta de Sergio fue acogida desde el primer momento. “En Nueva York, la gente tiende a hacer bien arriesgada, bien abierta y bien experimental en cuanto a la culinaria, en cuanto a la comida. Hay muchas propuestas novedosas, muchos experimentos y creo que ‘Santa Salsa’ fue un buen ejemplo de lo que es una conclusión de una fusión venezolana”, comentó. 

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El apodo “El Hase” nació del graffiti, de la fusión de letras que adornaban las paredes urbanas. Hoy, esa grafía le agrega un toque diferenciador a “Santa Salsa”, donde los trazos de Barrios evolucionan en sabores y texturas. 

Además de la presentación de sus esculturas comestibles, “Santa Salsa” también se convirtió en un lugar multicultural, donde el arte visual y musical crea un ambiente inclusivo. “No te sientes tampoco en un espacio estrictamente latino o venezolano, sino que te sientes en un espacio un poco más abierto. Particularmente, crecí con patineta y con graffiti. De repente la patineta y el graffiti no representan algo venezolano o algo latino, pero me representan a mí, que soy venezolano y soy latino, al igual que podrían representar a una persona que creció montando patineta y haciendo graffiti en Suecia o en Checoslovaquia”.

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Ganar el premio al mejor perro caliente de Nueva York fue un hito para “El Hase”, no obstante, el verdadero reconocimiento va más allá de los aplausos. “Estamos súper orgullosos de eso (…) queríamos enaltecer en lo que se pueda la cultura de donde uno viene y de donde uno creció, que en este caso es Venezuela”.

Aunque Sergio considera que tampoco se trata estrictamente de una celebración a la venezolanidad. Su proyecto busca eliminar las etiquetas y crear algo que trascienda fronteras. “Todo este tema de la inclusión, la búsqueda también es evitar un poco cerrarnos a la venezolanidad y más bien tratar de abrir un poco el ‘perro con todo’ que considero que es un ejemplo de la apertura de múltiples culturas (…) la receta puede ser de Venezuela, pero la idea es un poco romper con esas denominaciones y hacer las cosas un poco más abiertas, más fluidas, más modernas”.

Un concepto que trasciende

Barrios reveló que dedica gran parte de su tiempo en el taller para crear nuevas piezas. Su propósito va más allá de la cocina y pretende que este proyecto tenga un impacto en el mundo del arte, y que “no se quede nada más en el tema del premio del perro caliente o del restaurante”. Para el criollo, su negocio es la oportunidad para ofrecer una plataforma a la comunidad latinoamericana, puesto que se ha convertido en un punto de encuentro entre migrantes, músicos y artistas que descubrieron en “Santa Salsa” un espacio para expresarse.

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“Sin duda es una vitrina, una casa y un lugar seguro. Muchísima gente llega acá y nos dice: ‘Emigré a Nueva York y estaba completamente perdido, no conseguía nada y conseguí este lugar, y este lugar se volvió mi casa. He conocido a gente aquí, he compartido, me conecto’, y eso es algo que nosotros valoramos y trabajamos un montón, que sea un espacio que ofrezca esa posibilidad para la gente que está emigrando para acá”.

Sin embargo, su trayectoria está salpicada de diferentes matices. Barrios reconoció que aún afronta la percepción errónea de muchos sobre su local. Su concepto está lejos de la historia de un migrante que abandonó su sueño para especializarse en la gastronomía; es la de alguien que encontró en la comida una nueva forma de expresión, sin dejar de lado su esencia creativa.

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En este sentido, aclaró: “Lo interesante de ‘Santa Salsa’ es que es un artista que se fue a Nueva York y logró seguir haciendo su arte, y a través de múltiples vías. En la comida pude desarrollar mi proyecto de arte y vivir de mi arte. Y creo que eso es bien importante”.

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Finalmente, el venezolano dejó en evidencia que el legado de “Santa Salsa” no se limita a los platos que se sirven, sino que transmite un mensaje que inspira a cada persona que cruza sus puertas con el ejemplo palpable de que los sueños se pueden cumplir. En sus palabras, “me tuve que reinventar, tuve que recrear”, y en ese proceso construyó un espacio donde el arte y la comida se complementan.