El padecimiento de una enfermedad mental implica de por sí una carga que, por momentos, puede ser muy importante para las personas que la experimenta y para su entorno. Es habitual que un paciente que accede a la consulta lo haga luego de una serie interminable de otras consultas, abordajes, ensayos psicoterapéuticos y, en particular y más inquietante, los farmacológicos.
Por Infobae
Esto lleva a que, en la búsqueda de solucionar problemas irresueltos, a partir del acceso a internet de forma masiva, el público ha salido a buscar información por su cuenta, tomándola de los más diversos orígenes. Esas fuentes son, desde pacientes que al estar en la misma situación que aquellos que buscan información, y tratando de resolverla se autoperciben como “expertos” en el tema, por el hecho de su vivencia de la enfermedad, hasta una serie de personas que entienden que es un tema simple, ya que todos podemos opinar sobre cuestiones ligadas a la mente, al tener una.
Al mismo tiempo, las vías de acceso o medios y los modelos comunicacionales, en los cuales en muchos casos apelan a frases y conceptos de alto impacto, cortos y simples, que son muy atractivos, pero llevan a errores: a veces a sesgos cognitivos y otras directamente a ser fake news.
Otra fuente que se ha presentado con fuerza hace algunos años, es la famosa consulta al “doctor Google” que implica buscar información bajo forma de pregunta en el buscador de mayor uso en el mundo. Así, una pregunta podría ser: “Tengo tales síntomas, y cuál es la mejor medicación” o “que tal es el, por ejemplo, escitalopram, si tengo estos síntomas”.
Desde hace cierto tiempo, los buscadores limitan el acceso a estas preguntas, pero en muchos casos se vuelve al casillero anterior en esa confusión, en que el mismo buscador refiere a un breve video que aborda este tema.
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