Vala Hosanova todavía no podía creer que estaba viva y abrazaba a su pequeño sobrino Borik, sin querer soltarlo, cuando el corresponsal de The Guardian en Rusia le preguntó qué había pasado. “Sonó una explosión, todos nos caímos y nos sujetamos la cabeza con las manos. Tratamos de cubrir a los niños con nuestros cuerpos. ¿Qué otra cosa podíamos hacer? Estaba totalmente desorientada. Los que estaban más cerca de la pared tuvieron más suerte y no resultaron heridos. Por todas partes caían pedazos de techo y vidrios. Miré hacia arriba y vi que la mujer que estaba a mi lado estaba muerta. Los niños corrían por todas partes, presas del pánico. Un militante enmascarado se acercó a mí y se llevó a algunos rehenes… Entonces vi a un soldado del Spetznaz (fuerzas especiales rusas) que me sacó de ahí”, contó.
Por infobae.com
Atardecía en la ciudad rusa de Beslán, en Osetia del Norte, el viernes 3 de septiembre de 2004, y hacía dos días que la fiesta de inauguración del año escolar de la que iba participar Borik se convirtió en un infierno. Había más de 1200 personas – entre maestros, padres y alumnos – en la Escuela N°1 cuando el 1° de septiembre un grupo de unos 35 terroristas islámicos llegó en camiones militares e irrumpió en el edificio. Los atacantes llevaban pasamontañas negros y estaban armados con rifles, por lo cual en un primer momento muchos en la escuela los confundieron con militares rusos que se estaban allí para garantizar la seguridad. Pero los terroristas rápidamente empezaron a disparar hacia el aire y forzaron a todos a meterse dentro del gimnasio.
Después de dos días de negociaciones, fusilamientos, sufrimientos y tensión, el desenlace de la toma de la escuela llegó de la peor manera: sobre el piso y entre los escombros se contaban 334 muertos – 186 de ellos niños – y más de setecientos heridos. La mayoría había perdido la vida bajo las ruinas del edificio, cuyo derrumbe fue provocado por la explosión de dos bombas colocadas por los terroristas, y en el tiroteo final, en el que sobrevivientes y testigos acusaron después a los militares de haber empleado carros de combate, lanzagranadas y lanzallamas con efecto de bombas de vacío.
No solo los civiles, como Vala, estaban horrorizados. El teniente coronel Andrei Galageyev, de las fuerzas especiales, describió su espanto a un cronista del periódico Kommersant: “Cuando entramos al gimnasio había muchos niños en el suelo, estaba lleno de ellos. Vi una botella de dos litros llena de explosivos plásticos y bolas de metal. He estado en guerra desde 1994, pero nunca había visto algo así. Había docenas de cuerpos destrozados, algunos de ellos todavía ardiendo”, relató.
Mientras esa tarde del 3 de septiembre de 2004 los cuerpos seguían ardiendo, los bomberos trataban de apagar las llamas y los enfermeros intentaban socorrer a los heridos y sacar los cadáveres había una sola certeza: la “Masacre de la escuela de Beslán”, como se la llamó desde el primer momento, era el episodio más sangriento ocurrido en territorio ruso desde el inicio de la guerra entre Rusia y Chechenia, con muchas más víctimas que el trágico asalto al Teatro Dubrovka de Moscú ocurrido casi un año antes.
La guerra de Chechenia
La segunda guerra de Chechenia llevaba cuatro años y hacía tres que Vladimir Putin había instalado en la capital, Grozni, un gobierno que respondía al Kremlin. Aquellos que no se sometían su mandato eran considerados “bandidos”. La ideología de los combatientes chechenos había derivado desde la guerra anterior – entre diciembre de 1994 y agosto de 1996 – del independentismo laico al islamismo wahabista.
Mientras el “señor de la guerra” Shamil Basáyev representaba esta tendencia, el presidente electo de la Chechenia independentista (la autoproclamada República de Ichkeria), Aslán Masjádov, era la voz moderada de los separatistas y buscaba infructuosamente negociar con Moscú, aunque su autoridad era muy débil frente a al poder de los combatientes islámicos.
En los meses iniciales de la guerra, Rusia se apoyó en un masivo ataque aéreo y terrestre utilizando misiles contra las principales ciudades. Gran parte de la población civil fue evacuada de las localidades donde se combatía. Los rusos avanzaron hacia Grozni, cuyo cerco completaron poco antes de Navidad; la capital chechena fue tomada por los rusos a principios de febrero de 2000, tras destruir lo poco que quedaba de ella.
Los rebeldes se retiraron a las montañas del sur, desde donde comenzaron una larga guerra de guerrillas contra las tropas rusas y los chechenos promoscovitas. También iniciaron una serie de atentados en territorio ruso. El más impactante y letal de ellos había sido la toma del Teatro Dubrovka, en el centro de Moscú, el 23 de octubre de 2003, con un saldo de 40 secuestradores muertos y 67 rehenes asesinados. Hasta que se produjo la masacre en la escuela de Beslán.
Para leer la nota completa pulse Aquí