El debate entre Kamala Harris y Donald Trump de este martes en Filadelfia lo ganará quien logre inspirar más confianza en los votantes indecisos de los Estados clave.
Por El País
La forma (el carácter, el tono, la elocuencia) importará tanto como el fondo, pero estos serán algunos de los temas en que ambos expondrán visiones contrapuestas:
Economía
Los dos candidatos tienen posiciones opuestas tanto en el diagnóstico como en las recetas para la economía. Trump pone el acento en cómo han subido los precios durante el mandato de Joe Biden y tratará de responsabilizar de ello a Harris. La demócrata, en cambio, puede presumir de que la creación de empleo ha batido récords durante estos casi cuatro años con ellos en el poder, mientras que la presidencia de Trump fue una de las pocas que terminó con menos ocupados de los que empezó. En ambos casos, se sobreestima el efecto de sus políticas económicas. La responsabilidad sobre la estabilidad de precios es principalmente de la Reserva Federal y tanto los movimientos del empleo como de la inflación tienen más que ver con factores externos (la pandemia, la guerra de Ucrania, los atascos en la cadena de suministro) que con sus propias medidas, aunque los incentivos fiscales que dieron tanto Trump como Biden para reanimar la economía también han influido en la carestía de la vida.
La economía estadounidense ha tenido un comportamiento destacado frente a la europea durante los últimos años. La Administración demócrata puede apuntarse en su haber éxitos como los planes de infraestructuras, los incentivos a las inversiones industriales, especialmente en plantas de microprocesadores, y a las energías limpias. También ha tomado medidas para abaratar el precio de los medicamentos y se ha mostrado dura contra las prácticas monopolísticas de las empresas. La producción y exportación de hidrocarburos ha batido récords y la economía no ha parado de crecer. Sin embargo, las subidas de precios (especialmente de la gasolina y de los alimentos, aunque hayan cedido) y las alzas de tipos de interés (que dificultan el acceso a la vivienda) empañan el balance y han extendido el descontento en una economía boyante.
Trump presenta a Harris sin fundamento como una comunista, pese a que esta misma semana ha recibido el apoyo de decenas de directivos empresariales. Pone el acento en que subirá los impuestos, aunque ella se ha comprometido a que no afecte a nadie con rentas de menos de 400.000 dólares (360.000 euros). Dice que prohibirá la extracción de petróleo mediante fragmentación hidráulica (fracking) aunque ni lo ha hecho Biden durante su mandato ni piensa hacerlo ella (pese a que la vicepresidenta defendió esa medida en las primarias demócratas de 2019). En definitiva, augura un cataclismo económico si gana la demócrata.
El expresidente no solo prorrogará las rebajas fiscales que impulsó en su anterior mandato —y que beneficiaban sobre todo a empresas y rentas muy altas—, sino que ha prometido bajar el impuesto de sociedades a solo el 15% para las empresas que fabriquen sus productos en Estados Unidos. Asegura que eso provocará un gran crecimiento económico, pero este viernes, cuando le preguntaron qué pensaba hacer para facilitar el cuidado de los hijos, titubeó y fue incapaz de mencionar una sola medida concreta.
Harris, en cambio, propone rebajas fiscales para el cuidado de los hijos y asegura que centrará sus medidas económicas en la clase media y en las pequeñas y medianas empresas. Quiere elevar la tributación de las rentas del capital del 21% al 28%, pero menos de lo que lo planeaba hacer Biden y solo para quienes ganen más de un millón de dólares. La demócrata retratará al republicano como un millonario egoísta preocupado solo por los ricos como él.
Tanto uno como otro se deslizan por la senda del proteccionismo (como demuestra la oposición a la venta de US Steel a Nippon Steel) y ambos se apuntan a eximir de tributación las propinas, aunque los derechos de autor de la propuesta (que puede implicar grandes distorsiones, dependiendo de cómo se aplique) corresponden al republicano.
Inmigración
Trump responsabiliza a Harris del auge de la inmigración irregular y además asocia a ella la delincuencia. Los republicanos, con el expresidente a la cabeza, se refieren a la vicepresidenta como “fracasada zarina de la frontera”. En realidad, ella nunca tuvo ese título ni responsabilidad directa sobre la frontera, pero sí recibió al principio del mandato de Biden el encargo de ayudar a atajar las causas de la emigración en los países de origen, en particular en Centroamérica. Por entonces, la gente salía en masa del llamado Triángulo Norte (Guatemala, Honduras y El Salvador) y también de México huyendo de la pobreza y la violencia.
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