Después de casi 30 años del homicidio de Doris Korell, la policía del condado de Manatee pudo cerrar el caso y arrestar al culpable. El victimario fue su novio de ese momento, Stephen Ford, con quien vivía en una casa de San Petersburgo, Florida.
Por El Tiempo
Los restos de la mujer de 45 años fueron encontrados a lo largo de la US41 en Palmetto, en diciembre de 1996. De acuerdo con los agentes del caso, el cuerpo de la víctima estaba escondido en una zanja de drenaje, pesaba 45 kilos, estaba parcialmente ciega y tenía 83 heridas de arma blanca.
Laura Gaddy, hija de la difunta, llamó a su madre el día de su desaparición. Una sensación de incertidumbre y malestar la invadió cuando no contestó el teléfono. Procedió a llamar a Stephen, quien le dijo que Doris fue a hacer las compras después de una discusión que tuvieron, pero que no había vuelto desde entonces.
El trágico día en Florida
Desde los hechos, el hombre de 72 años hizo lo posible para evadir el arresto. Los detectives del caso estaban seguros de que el hombre era el responsable, pero no contaban con las pruebas contundentes para una condena. Una vez, le preguntaron qué debería pasarle al asesino de su novia, a lo que él respondió: “Ojo por ojo. Si la maté, debería recibir la pena de muerte”.
El aporte de una de sus exnovias a las autoridades de Manatee incrementó las sospechas. De acuerdo con la joven, Ford le escribió una carta diciendo: “Espero que reciba el mensaje de que ya no la quiero”.
Después de 28 años, Doris tuvo justicia. La policía de Manatee detuvo a Stephen en Delaware, gracias a las pruebas de ADN que dejaron en evidencia su culpabilidad.
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