“Desde los tiempos de Fernando VII no planeaba España una invasión como ésta”, ironizó el domingo el historiador Elías Pino Iturrieta tras la detención de dos turistas bilbaínos, acusados falsamente por el chavismo de ser agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Los dos españoles, capturados por la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM), decidieron pasar sus vacaciones en Venezuela, con viaje incluido al Amazonas, en el peor momento posible: la ola de terror impuesta por el régimen bolivariano tras el megafraude del 28-J.
Por: El Mundo
El modus operandi es conocido desde hace al menos dos décadas. Se trata de unir una serie de hechos para montar una nueva película del Cinecittábolivariano. En esta ocasión, los dos jóvenes vascos son en realidad víctimas de la mentira de Estado, uno de los ejes de la propaganda revolucionaria junto a la hegemonía comunicacional.
Pero también lo son de las rencillas internas del chavismo. Tal y como ocurriera en 2018, el ahora ministro de Interior, Diosdado Cabello, pretende forzar a Maduro para que rompa relaciones con España en una semana de máxima tensión tras la votación del Congreso de Diputados que reconoce a Edmundo González como presidente electo y las declaraciones de la ministra, Margarita Robles, quien calificó a Maduro de dictador.
Cabello, jefe del ala radical del chavismo, busca sacudir el creciente poder de los hermanos Rodríguez, la vicepresidenta Delcy y Jorge, mano izquierda del presidente pueblo y negociador en jefe.
Hace seis años, Cabello fue sancionado por la Unión Europea (UE) y decidió vengarse del país que había promovido esas sanciones. El capitán retirado presionó al Palacio de Miraflores hasta que Maduro declaró persona non grata al embajador Jesús Silva. Meses después, el diplomático español volvió a Caracas por la puerta grande, en una demostración de que el presidente venezolano se había visto forzado a romper relaciones con España.
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