Ataque con buscapersonas: 48 horas para la historia de los servicios de inteligencia de Israel

Ataque con buscapersonas: 48 horas para la historia de los servicios de inteligencia de Israel

Esta foto muestra un dispositivo walkie-talkie con el logotipo de Icom en una tienda en el distrito eléctrico de Akihabara en Tokio el 19 de septiembre de 2024. (Foto de Kazuhiro NOGI / AFP)

 

 

Durante dos días, cientos de bíperes y de walkie-talkies, herramientas de comunicación ordinarias, se transformaron en artefactos explosivos en Líbano y Siria, en una de las operaciones secretas más espectaculares de las últimas décadas.





La autoría, como suele ocurrir en las operaciones que marcaron la historia de los servicios secretos, no está probada, una situación que permite a su artífice poder negarla.

Pero ningún experto, militar, agente o Estado alberga la menor duda. La operación de los bíperes lleva el sello del Mosad, el poderoso servicio de inteligencia exterior de Israel y responsable de las operaciones especiales en el extranjero.

Los reputados servicios israelíes vivieron un último año de extrema tensión, acusados de no ver venir el ataque del movimiento islamista Hamás en Israel el 7 de octubre. Sin embargo, lograron asesinar a uno de sus líderes en julio en el centro de Teherán.

El 17 de septiembre, a inicios de la tarde, cientos de miembros de Hezbolá, movimiento islamista libanés próximo a Irán y aliado de Hamás, resultaron heridos por la explosión de sus bíperes.

Estos pequeños dispositivos, reliquias de otra época, permiten recibir mensajes y alertas sonoras utilizando su propia radiofrecuencia, al margen de las redes de telefonía móvil, evitando ser escuchados.

Las explosiones irrumpieron en varios bastiones de Hezbolá al sur de Beirut, en el sur de Líbano, en el valle oriental de la Becá e incluso en Siria.

Una imagen tomada de Al-Manar TV de Hezbollah muestra al jefe del grupo militante libanés, Hassan Nasrallah, dirigiéndose a la nación desde un lugar no revelado el 19 de septiembre de 2024. (Foto de Al-Manar / AFP)

 

Consternación

Las imágenes muestran escenas de horror. Las ambulancias acuden en masa a los hospitales. Una niña de 10 años se convierte en el primer muerto identificado, antes del hijo de un diputado de Hezbolá.

Manos arrancadas, ojos mutilados… Los heridos yacen en plena calle en medio de los atascos, se instalan carpas para acoger a donantes de sangre. Un bíper explota en las manos de un hombre en un mercado.

Los responsables “deberán rendir cuentas”, reclama el Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Volker Türk.

La televisión iraní anuncia que el embajador de Irán en Beirut resultó herido.

Líbano cierra escuelas y universidades.

El contexto es tenso. Esa misma mañana, responsables israelíes, entre ellos el primer ministro Benjamin Netanyahu, anunciaron su deseo de que los habitantes del norte del país regresen a sus casas, sugiriendo la necesidad de que Hezbolá retroceda en Líbano.

Rápidamente los escenarios de guerra sobrevuelan cancillerías y centros de reflexión: ataques, bombardeos, una ofensiva terrestre inminente… Pero ninguno acierta con lo que sucedería en realidad.

El primer balance transmitido por la AFP el martes a las 15H45 GMT, citando al ministro de Salud libanés, informa de 8 muertos y de casi 2.750 heridos. Hezbolá ya acusa a Israel.

Junto a la consternación inicial, las primeras hipótesis apuntan a una infiltración de Israel en la cadena de suministro de Hezbolá.

“No se trata de una proeza tecnológica”, apunta un espía europeo, que pide mantener el anonimato. “Es el resultado de la inteligencia humana y de una fuerte logística”, agrega, subrayando la exitosa operación.

Esta fotografía publicada por las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) el 19 de septiembre de 2024 muestra aviones de combate de la IAF partiendo de un lugar no revelado momentos antes de un ataque israelí en el Líbano. (Foto de las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF) / AFP)

 

Segundo acto: Walkie-talkies

Las autoridades israelíes guardan silencio, mientras que Estados Unidos, su aliado histórico, asegura que “no estuvo implicado” ni fue informado.

El movimiento proiraní está profundamente desestabilizado.

“Hezbolá recibió un golpe muy duro desde un punto de vista táctico, un golpe impresionante y global que afecta a los aspectos operativos y cognitivos, obligándole a trabajar en su defensa” y a identificar sus debilidades, explica a la AFP Yoram Schweitzer, un exagente convertido en investigador del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional de Tel Aviv.

El Instituto estadounidense para el Estudio de la Guerra (ISW) afirma que se enviaron a Líbano unos 5.000 bíperes hace cinco meses.

Según este centro de reflexión, que cita fuentes estadounidenses sin especificar, la operación se desencadenó por temor a que “Hezbolá descubriera los dispositivos manipulados”.

¿Cómo fueron saboteados? Un funcionario de seguridad libanés afirma que “estaban preprogramados para explotar y contenían materiales explosivos colocados junto a la batería”.

Los servicios israelíes interceptaron estos dispositivos, del fabricante Gold Apollo de Taiwán, antes de su llegada a Líbano, según fuentes de varias nacionalidades citadas por el diario New York Times.

Pero la empresa taiwanesa asegura que no los fabricó y apunta a su socio húngaro BAC. Esta compañía, fundada en 2022 y registrada en Budapest, tiene como única empleada a su presidenta, Cristiana Barsony-Arcidiacono.

“Los dispositivos en cuestión nunca estuvieron en suelo húngaro”, según el gobierno de Hungría.

Al tiempo que las condenas y los llamados a la calma se multiplican en el mundo, llega el segundo acto: walkie-talkies explotan el miércoles en Líbano, algunos durante los funerales de las víctimas de la víspera.

En total, las explosiones de ambos dispositivos dejaron 37 muertos en dos días, según el ministro de Salud libanés.

El impacto de estos ataques va más allá del costo humano dentro de la jerarquía de Hezbolá, ya que este movimiento tendrá que reconstruir su sistema de comunicación.

Los cohetes disparados desde el sur del Líbano son interceptados por el sistema de defensa aérea Cúpula de Hierro de Israel sobre los Altos del Golán anexados por Israel el 20 de septiembre de 2024. (Foto de Jalaa MAREY / AFP)

 

“Señal” de Israel

La Historia deberá detallar un día el desarrollo de la operación, al igual que el fracaso de los servicios de inteligencia israelíes el 7 de octubre.

Ese día, milicianos de Hamás atacaron el sur de Israel y mataron a 1.205 personas, en su mayoría civiles, según un balance de AFP basado en cifras oficiales israelíes.

De los 251 secuestrados durante la incursión islamista, 97 seguirían cautivos en Gaza, aunque 33 de ellos fueron declarados muertos por el ejército israelí.

La respuesta militar israelí en la Franja de Gaza ha matado por su parte a 41.272 palestinos, en su mayoría civiles, según datos del Ministerio de Salud del gobierno de Hamás que la ONU considera fiables.

Tras las críticas del 7 de octubre, los servicios israelíes “querían demostrar de lo que eran capaces”, afirma el espía europeo.

Los miembros de Hezbolá “fueron sorprendidos durante su día a día, en el corazón de sus comunidades”, subraya Peter Harling, fundador del laboratorio de investigación Synaps Network.

Tercer acto: El jueves, el jefe de Hezbolá, Hasan Nasralá, promete “un justo castigo” contra Israel, reconociendo “un duro golpe”.

Durante su declaración televisada, aviones israelíes sobrevuelan Beirut.

Irán denuncia por su parte “una masacre” y promete “un duro ajuste de cuentas”.

La operación bíperes “no es una victoria decisiva”, pero permite “enviar una señal a Hezbolá, a Irán y al resto” de sus aliados en la región: “Israel está probablemente listo para ser más activo, incluso más agresivo”, según Yoram Schweitzer.

AFP