Esta epopeya forma parte de la épica de la antigua Grecia; compuesta antes del siglo VIII a.C. y atribuida a Homero, relata las vicisitudes del héroe principal, Odiseo, Ulises en latín, durante su travesía, después de resultar victorioso en la guerra de Troya, hasta la isla de Ítaca, de la que era rey. Su esposa Penélope nunca perdió la esperanza del reencuentro en el hogar construido amorosamente por ambos. Guerrero astuto y valiente, en la Odisea es el símbolo de la inteligencia y la resistencia. Durante el viaje enfrenta monstruos, dioses y otros desafíos.
Estamos en el siglo XXI. No hay rey sino una victoria contundente de un demócrata, que ha servido al país como funcionario del Estado y diplomático de carrera, y de manera conmovedora e irrebatible, técnica y políticamente, ha ganado elecciones muy difíciles. Pese a todos los obstáculos y zancadillas sufridas para acceder a esta responsabilidad y a pesar suyo, porque no ambicionaba ejercer un poder público, aceptó el compromiso por el país. Y ganó. Siguiendo el mandato constitucional, en seis meses contados desde el 28 de julio de 2024 va a asumir la presidencia de la república.
La meta, junto con una lideresa inspiradora, cuya fuerza y voluntad indoblegables son un ejemplo grandioso de lucidez, rectitud y resiliencia, ha sido recuperar la democracia; lograr una transición pacífica y ordenada, con garantías para todos los actores involucrados y el respeto al “juego limpio”, la reconciliación, la justicia verdadera y la paz, para impulsar el cambio indispensable hacia una Venezuela laboriosa, equitativa y próspera, sin venganzas y sin impunidad.
Entre las aventuras de Ulises, destaca su enfrentamiento con el monstruo Polifemo cuando, al buscar refugio contra las violencias del entorno marítimo, queda atrapado con su tripulación en la cueva del Cíclope, a quien logra cegar con astucia para escapar. Al guarecerse Ulises en la isla de Polifemo, arriesga su integridad; el refugio en legaciones extranjeras en la capital del país martirizado por el terrorismo de Estado fue vulnerado; aunque a pesar de las graves amenazas y coacción del gigante de un solo ojo, Ulises se zafa del inicuo trato.
Perseguido y amenazado por la furia vengativa de dos conspicuos personeros del mito fracasado del siglo XXI, que se atrevieron a presentarse en la residencia del embajador del reino de España para intimidar al presidente electo bajo pretexto de concertar la salida de quien es el ganador de las elecciones, quedaron al descubierto. No se logró ejecutar una orden de aprehensión en su contra por el solo hecho de haber ganado comprobadamente, con la mayoría de las actas emitidas por las máquinas del consejo nacional electoral en los centros de votación, casi el 84% del total, reunidas a la vista del mundo entero para dar cuenta de su triunfo avasallante.
En presencia del diplomático anfitrión, fue forzado a firmar una carta de contenido humillante y mentiroso, para que se le otorgara el salvoconducto, que es obligatorio e indispensable y jamás producto de negociación de acuerdo con los tratados internacionales sobre refugio y asilo a ciudadanos perseguidos. Así lo establece la Convención sobre asilo diplomático firmada en Caracas en la Décima Conferencia Interamericana de la O.E.A. el 28 de marzo de 1954. Pero ningún acto impuesto o bajo coacción tiene validez jurídica por vicios de procedimiento; es nulo de toda nulidad.
En cambio, a salvo fuera del país, puede ejercer sus funciones constitucionales, construir redes de apoyo entre Estados, gobiernos, organizaciones multilaterales y organizaciones civiles no gubernamentales para afianzar las condiciones de su regreso al país y la restauración del orden republicano y democrático.
Hay similitudes y simbolismos, a la vez que diferencias importantes en ambos contextos. El regreso como restauración: Tanto en la mitología griega como en el escenario político actual, el regreso del héroe está asociado a la restauración de la justicia y el orden. Ulises vuelve para restaurar su reino y su familia, mientras que el presidente electo buscará regresar para asumir el mandato que le ha sido conferido por los ciudadanos.
El viaje como prueba: Ambos personajes enfrentan la separación de sus hogares como una especie de prueba de su resiliencia. En cada paso, superan desafíos que ponen a prueba su carácter y determinación. El papel del destino y la legitimidad: En la Odisea, los dioses intervienen constantemente, algunos favoreciendo a Ulises y otros poniéndole obstáculos. En la situación del venezolano los “dioses” podrían ser interpretados como fuerzas políticas internas y externas que influyen en su capacidad para cumplir su mandato. Sin embargo, en ambos casos, el héroe tiene una convicción en su destino: Ulises en su regreso y el presidente democrático en su misión política.
Contexto mitológico vs. político: La principal diferencia radica en los contextos. Ulises actúa en un mundo mitológico lleno de seres sobrenaturales, mientras que el presidente electo enfrenta desafíos políticos y humanos dentro del marco de una realidad actual. Responsabilidad ante la nación: Aunque ambos tienen un deber hacia su pueblo, la de Ulises es más personal y familiar, mientras que la del presidente electo es hacia una nación entera; su papel como líder elegido democráticamente conlleva el cumplimiento de una misión política y social de gran envergadura.
Mientras Ulises tenía como misión regresar para restablecer el orden en Ítaca, el presidente electo tiene la misión de regresar a Venezuela para asumir la presidencia y dar cumplimiento a la voluntad de los ciudadanos. Su retorno representa no solo una victoria personal, sino también un acto simbólico para el pueblo venezolano, que espera que el líder legítimo regrese para restaurar la democracia y el orden constitucional.