La resolución de la crisis política en Venezuela avanza a paso lento. Mucho más que las necesidades de los venezolanos. Pero avanza. La fecha límite es el 10 de enero, cuando se inicia el próximo período presidencial, y María Corina Machado, desde su secreto refugio, dedica todos sus esfuerzos a concretar la transición que saque a Nicolás Maduro del poder.
Por ANDRÉS GERLOTTI SLUSNYS | ABC.es
Acostumbrada a desplazarse por todo el país, ahora Machado, por seguridad, ha tenido que reducir su lugar de trabajo a una pequeña sala, desde donde dirige una batalla contra quienes han ostentado el poder de la nación durante el último cuarto de siglo. Su actividad es frenética y su agenda apretada, pero la líder opositora encuentra unos minutos para conversar con ABC a través de una videollamada. Sin embargo, aprovechando las bondades de su teletrabajo obligado —y quizás creyendo que la prensa escrita no necesita vídeo—, Machado se conecta a la reunión únicamente con audio.
—¿¡Esto es con vídeo también!? —pregunta ella— ¡Uy, pero yo no me arreglé!
—Este sábado has convocado manifestaciones en todo el mundo…
—A propósito de cumplirse dos meses de la victoria apabullante de los venezolanos, vamos a sacudir el mundo. Nos vamos a encontrar los venezolanos dentro y fuera del país, así como también muchísimos ciudadanos de distintas nacionalidades que sienten que Venezuela es su causa también. A partir de este sábado se inicia una nueva etapa que yo llamo del ‘enjambre’. Ellos tienen armas, plata, aparato represivo y medios de comunicación masivos que ya nadie ve ni cree. Nosotros tenemos gente. Tenemos la verdad, tenemos la razón, y, desde luego, tenemos una estrategia muy robusta que hemos ido ejecutando con disciplina. Nos adaptamos a estas nuevas realidades y por eso la dinámica de la presión ciudadana y la movilización en Venezuela adopta nuevas formas; ya no serán concentraciones nacionales con muchísima gente, sino descentralizadas e hipercoordinadas. En vez de una manifestación de 50.000 personas, serán mil en todo el país de 50 personas cada una.
—Esta semana habló Zapatero por primera vez de la crisis poselectoral. Dijo que prefería mantenerse al margen por su deber de «lealtad» a Venezuela. ¿Cree que su silencio es lealtad al país o lealtad hacia Maduro?
—Creo que la indiferencia y el silencio de cualquier ciudadano del mundo en esta hora termina siendo complicidad con el sistema. Todo el mundo sabe lo que pasa en Venezuela y callar, quien sea que lo haga, es ser cómplice de un sistema criminal. E ir más allá es incluso más condenable. Quiero decir, hacerse parte de operaciones del régimen que claramente buscan dañar a la oposición.
—En esas declaraciones Zapatero se identificó como un «facilitador». ¿A ustedes les ha facilitado algo?
—A mí no, nunca. Ni se lo he pedido ni se lo pediré.
—Dicen que el mediador de Zapatero fue Eudoro González. ¿Lo conoce?
—No, personalmente no.
—¿Qué cree que busca Nicolás Maduro para dejar el poder? ¿O no está dispuesto a abandonarlo nunca?
—Maduro va a aceptar que tiene que negociar el día que el costo de permanecer en el poder sea más alto al costo de dejar el poder, y no hemos llegado aún a ese punto. Por ahora. Pero vamos en esa dirección. Hay que reducir los costos de salida, y eso es producto de una negociación con garantías, con incentivos. Pero también hay que aumentar el costo de permanencia, y eso se hace aumentando el costo de represión, restringiendo los ingresos de sus negocios ilícitos y demostrando que el mundo no va a pasar la página.
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