Washington Abdala es su nombre. Ha hecho del tema político venezolano su razón de estar representando a su país en la Organización de Estados Americanos (OEA). Cada intervención suya es sinónimo de principios democráticos.
Es justo reconocerlo por parte de los venezolanos y los latinoamericanos que combatimos dictaduras de todo tenor. Porque el problema no es Venezuela. O, mejor dicho, el problema no es sólo Venezuela. ¿O sí? Como bien ha dicho en ese importante organismo internacional: los ocho millones de nuestros compatriotas no van de turismo por el mundo. Huyen de la calamidad impuesta con terror.
Los llamados dramáticos y acertados de Abdala tienen mucho valor en un momento crucial para la América Latina, en el que se debate no sólo en las salas de conferencias una problemática profunda, existencial, política y trascendente acerca de cómo queremos vivir y entendernos los latinoamericanos entre nosotros y con los demás. Allí ha estado Washington con sus señalamientos acerca de que el asunto no se puede tratar sólo con verborrea, que se precisa atajar el mal que está carcomiendo a nuestros países. Las dictaduras con tendencias totalitarias no pueden prevalecer en una América que lucha por sostener la democracia como fundamento político.
Así, cobra singular importancia la elección pasada para seleccionar presidente en Venezuela. Por la alternancia en el poder, por la constitucionalidad, por la separación de poderes, por el respeto del voto como base de legitimidad de acción política. Pero también se vuelve significativo, como lo que más, lo que ocurre con Nicaragua, con Cuba, con Bolivia, con el propio México, Brasil o Colombia. Uruguay resulta ejemplar en el continente, pero indudablemente tanto su honorable presidente Luis Lacalle Pou, su gobierno y su representante en la OEA, como bien han dicho, no pueden hacerse la vista gorda, mirar hacia otro lado, como si nada.
De singular importancia ha sido últimamente también para él la problemática con los presos políticos, con las persecuciones. Desde luego no es el único, no es Uruguay el único país del continente americano preocupado con este inmenso problema generado en nuestro país. Podemos sumar a Chile, Argentina, Costa Rica, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Panamá, Perú, Estados Unidos, Canadá, Paraguay. Esto mientras Colombia y Brasil se mueven con una inquietante neutralidad que más parece protección de socios.
Pero hoy, quería expresar mi profundo reconocimiento a las intervenciones en la OEA de Washington Abdala, quien habla por su país, por Latinoamérica, por Venezuela. Muy agradecidos aquí Washington.