Todo lo dicho tiene que ver con el hecho anecdótico de no haber invitado al rey de España, jefe del Estado español como monarquía que es, a la toma de posesión de la presidenta electa de México este 1ero de octubre. No fue invitado porque, en 2019, no contestó una carta que le envió el presidente Lopez Obrador proponiéndole que en una ceremonia común, programada para el 2021, el rey se disculpara por las violencias y atrocidades cometidas por la conquista española en el siglo 16. Si esto fuera así, les tocaría disculparse a los franceses que también los invadieron y le impusieron un emperador y ni hablar de los gringos que les quitaron inmensos territorios. Digo esto, por lo absurdo que resultaría pedir perdón por las guerras de conquista que cada pueblo o nación han sufrido a lo largo de la historia. Los orgullosos romanos conquistaron medio mundo y ese medio mundo terminó por conquistar a Roma. El “olvido” es mucho más terapéutico que el “rencor”, además en la práctica “conquistadores y conquistados” se mezclan y crean nuevas realidades, antropológicas, culturales, políticas, etc. La humanidad, toda ella, es mestiza por definición y culturalmente sincrética aunque desarrollen particularidades. Si miramos hacia adelante, cada vez vamos a ser más habitantes de la Tierra como casa-compartida y la convivencia en paz más necesaria. El “perdón” es cosa privada y de confesionario, mezclarla con la historia termina siendo una tontería diplomática y política.
Ángel Lombardi