La Organización Mundial de la Salud (OMS) reconoció a Egipto como país “libre de malaria”, un certificado que el Ministerio de Salud del país árabe recogió este lunes y que constituye un hito para la salud tras casi 100 años de esfuerzos para acabar con una enfermedad presente desde la antigüedad en el territorio.
El director general de la OMS, Tedros Adhanom, declaró al emitir esta certificación que es un paso “verdaderamente histórico”, y agradeció el compromiso de Egipto para deshacerse de este “antiguo virus” y posicionarse como “una inspiración para los demás países de la región”.
“La malaria es tan antigua como la propia civilización egipcia, pero la enfermedad que asoló a los faraones pertenece ahora a su historia y no a su futuro”, aseguró Adhanom en un comunicado.
Egipto es la tercera nación que obtiene la certificación de país libre de malaria de la OMS en la Región del Mediterráneo Oriental, tras los Emiratos Árabes Unidos y Marruecos, y se une a los 44 países que ostentan este título.
“Recibir hoy el certificado de eliminación de la malaria no es el final del viaje, sino el comienzo de una nueva fase”, declaró el Ministro de Sanidad egipcio, Jaled Abdel Ghaffar. “Ahora debemos trabajar para mantener nuestro logro”.
Esta certificación solo es otorgada cuando un país ha demostrado la interrupción de la transmisión por al menos “los tres años consecutivos anteriores” y la capacidad de “prevenir el restablecimiento de la transmisión”, apunta el comunicado.
Propagada mediante mosquitos, la malaria se extiende sobre todo en países tropicales y su infección está causada por un parásito que mata a más de 600.000 personas al año, el 95% de ellas en África, según la OMS.
La malaria ha afectado a Egipto desde la época faraónica, con evidencia genética de la enfermedad en momias como la de Tutankamón.
Los primeros esfuerzos para reducir el contacto entre los humanos y los mosquitos portadores comenzó en la década de 1920, cuando el país prohibió el cultivo de arroz y otras cosechas en las cercanías de los hogares.
La construcción de la presa de Asuán en el Alto Nilo en los años 60 del siglo pasado introdujo nuevos riesgos, ya que el agua estancada creó nuevos criaderos de mosquitos.
Sin embargo, en 2001, Egipto tenía la malaria “firmemente controlada”, según la OMS, y en 2014, el país logró contener rápidamente un brote en Asuán.
Desde entonces las cifras se fueron reduciendo hasta el reconocimiento actual. EFE