No se conoce que tan rápido pasaría cualquiera de las dos situaciones, pero lo que si se debe tener muy claro es lo que se va a planificar y decidir hacer en ese lapso. En realidad, el fin del sistema representado por la estructura de poder actual, su desalojo propiamente dicho y la instalación de una nueva dirección de gobierno, puede no ocurrir como una línea recta, principalmente porque la vía electoral-institucional se agotó, por tal razón, la definición debe construirse.
Entendiendo que el proceso electoral ha cumplido su misión, las decisiones políticas deben traducirse en planes operativos de acciones conducentes necesariamente con cierta intensidad y frecuencia, a que todas las personas, los recursos técnicos y documentos estén dirigidos a lograr estadios superiores.
Esto posee una rigurosidad histórica infalible, estableciendo quién, cómo, cuándo y en una plataforma organizacional decidida, potente e idónea. Y si desde este momento no existe el flujo o secuencia de hechos para las primeras horas de libertad, entonces se puede caer en una falla inexcusable.
Además, una condición para todos, es que se tenga un consenso de las virtudes y la mayor eficacia en la cooperación con base al deseo genuino de libertad y no trabajar en otro sentido sino aquel para alcanzarla.
La honestidad de cada habitante venezolano consigo mismo, con sus conciudadanos; conminando a la dirección nacional en la disposición de lograr la gran meta para Venezuela. Un acuerdo de la sociedad civil de concluir este ciclo, dejando la ambigüedad a un lado, terminando con la autocompasión frente a los bandidos y una idea de que a un país desmadrado solo pueden dirigirlo ellos.
Hoy en Venezuela no hay otra prioridad sino la vida de la nación.
@abrahamsequeda