El extremo control social aplicado en Venezuela ha servido de poco ante la conciencia ciudadana que aspira un cambio de su realidad muy pronto. Control tienen todas las sociedades, como medidas fundamentales incluso para su sostenimiento. Pero la coaacion aplicada en nuestro caso ha sido tan fuerte como la respuesta evasiva de la ciudadanía.
En el caso de la elecciones más recientes ese control se excedió a todas luces. Hubo un inclemente freno a la divulgación de ideas por medios libres. Avanzaron desde el poder en el cierre de medios y en la persecución de periodistas. Lo mismo hicieron con los partidos políticos y otra serie de asociaciones que resultaron atacadas en su funcionamiento por todos los flancos posibles. Pues las redes sociales se encargaron, aunque a los conductores del poder les pese, como sabemos que les pesa, de ser la espita comunicacional de la oposición. O sea, la sociedad encontró su canal alterno, por no tradicional, para estar atenta a los acontecimientos. Y para evadir el control coercitivo. También el boca en boca fue útil herramienta diaria. Mientras, amenazas se cansaron de volar en discursos, radio y televisión. La contra estuvo en la conciencia ciudadana y los medios alternativos.
Lo mismo ocurrió con el llamado Clap y las “entregas” muy económicas de comida o el control del gas doméstico. De nada sirvió ni sirve, cuando la ciudadanía está clara desde hace años en lo que desea para sí, su familia y su país, que antepongan bolsas con comida mucho más económicas con la burda y miserable amenaza de perderlas. La gente hizo caso omiso a los gritos desaforados, desesperados, de las señoras -genralmente señoras, no sé por qué, pero me lo imagino, supongo que bien- de la junta comunal.
Como caso omiso hacen en Miranda cada vez que llaman a elegir cuál de los servicios quieren que se atienda, como volvió a ocurrir en estos últimos dias. Como si estuviera la ciudadanía, nada tonta, dispuesta a atender el llamado desde el poder mísero para, como cuchillo en la garganta, seleccionar, si prefiero que haya agua, electricidad, menos huecos en las calles o canchas deportivas funcionando. Igual nada hacen, cuando igual todo, incluyendo el ornato y la limpieza, debe ser atendido en una buena gestión. Los conciudadanos mirandinos estamos muy claros en cuanto a lo que esas “votaciones” significan. Una búsqueda de respaldo a los agentes del poder. Respaldo que no les otorgan, no les otorgamos, por supuesto. Ahora menos.
En fin, de nada les ha servido, si acaso no ha sido justamente contraproducente más bien, andar persiguiendo partidos, colores, líderes politicos opositores; tampoco los bonos como amenaza, o el Clap, o el haber secuestrado medios o comunicadores sociales desde hace tanto tiempo. El común de la gente está altamente consciente de todo lo que ocurre, de los ocho millones o más de venezolanos desplazados por esta tragedia provocada desde el poder, así como de la manipulación, de la coacción que se ha intentado infructuosamente, porque cuando toco votar vino la pela indetenible, inocultable. Así que, de nada les sirvió el nada ligero control social desmedido que se quiso imponer; igual, cada individuo se les rebeló sin necesidad de gritos ni insultos, con su voto, como se rebela no votando, cuando sabe bien que no le conviene a sus intereses. Inteligencia social.