Un experto recomendó en una entrevista, que las almohadas debería reemplazarse cada dos años para mantener la higiene, porque indicó que se acumulan ácaros, hongos y bacterias, que se alimentan de células muertas de la piel y del ambiente húmedo que se crea mientras dormimos.
Estos microorganismos pueden desencadenar alergias, problemas respiratorios y afectar la calidad del descanso, de acuerdo con un entomólogo consultado por un medio chileno.
El especialista alertó que las almohadas viejas también pierden su forma, lo cual repercute en una mala postura durante el sueño y podría provocar dolores de cuello y espalda con el tiempo. Aunque el lavado regular ayuda a mantener la limpieza, no reemplaza la necesidad de cambiar las almohadas periódicamente.
El experto también advirtió, que la falta de renovación de almohadas, influye en la postura durante el sueño, lo que a largo plazo podría provocar problemas de cuello y espalda.