Víctor Yazbeck es el protagonista de esta historia, un submarinista que ha elegido el acantilado del Tombant des Amériques para tratar de superar el récord de máxima profundidad. Este acantilado de fama mundial para la práctica del buceo, situado en el extremo de los Alpes Marítimos, en Niza, comienza a 40 metros bajo la superficie y, como si de un descenso al abismo se tratara, alcanza más de los 200 metros.
Por Marcos Montalbán | Infobae
A pesar de la preparación, este buceador extremo belga, de origen libanés, no conseguirá la hazaña deportiva, pero sí descubrirá el gran secreto que se ocultaba entre las rocas del acantilado.
“Al volver a subir, la visibilidad era buena, las condiciones eran buenas…”, ha comenzado explicando el buceador a Franceinfo. En un momento dado, había algo que llamó la atención de Víctor: “Veo una botella. Me atrae”.
“Veo que debajo hay un chaleco y noto una forma debajo”, ha señalado el submarinista. A pesar de que aún se encontraba lejos de la silueta, Yazbeck lo tenía muy claro, esa forma solo podía significar una cosa: “¡Sabía que a 111 metros vi un muerto bajo el agua!”.
La gendarmería marítima de Niza ha sido informada de este sorprendente testimonio. El director al mando de la investigación fue Yann Bessac. “Mientras recorría los muelles y los clubes de buceo de Niza, hay una historia que destaca: la de dos buceadores desaparecidos en 1993 durante la caída de los americanos”, ha relatado Bessac cuando dio comienzo la investigación.
El testimonio de Víctor Yazbeck podría encajar con la historia de 1993.
“Pero para estar seguro, hay que ir a ver a más de 100 metros bajo la superficie”, ha explicado el director.
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