“Digamos que Trump gana y nos manda de regreso, nos iríamos sin nada. No, esa es una mala idea”, me dice Diocelina en español. “Tienes que seguir intentando hacer otras cosas, seguir buscando otras cosas que hacer. Y tu salario no te alcanza… Por eso estoy tratando de hacer esto”.
Por CNN
Bajo el resplandor favorecedor de un aro de luz, Diocelina alisa sus reflejos rubios, sostiene su teléfono celular en su brazo extendido, mira a la cámara y esboza una sonrisa.
El año pasado, su vida era muy diferente.
La Diocelina Querales que quizás veas en las redes sociales luce dramáticamente diferente de la mujer desaliñada y desesperada que nuestro equipo de CNN conoció por primera vez en mayo de 2023 en la frontera entre Estados Unidos y México.
Hoy se maquilla, se ríe y busca trucos para compartir con su audiencia en TikTok, Facebook e Instagram. Trabaja para conseguir seguidores y aumentar su confianza publicando vídeos entusiastas en los que reacciona a ingeniosas manualidades caseras, nuevas recetas y sorprendentes técnicas de limpieza. Una de sus expresiones favoritas es gritar “¡Guau!” mientras se maravilla.
En 2023, su cabello estaba cubierto de canas y sus ojos estaban rojos. Y en un momento en el que muchos migrantes estaban llenos de incertidumbre y ansiedad, Diocelina sollozaba tan fuerte que incluso la gente del otro lado de la calle supo al instante que algo andaba muy mal.
Diocelina había logrado llegar a Estados Unidos. Su hermano y su madre también. Pero ese día, en Brownsville, Texas, acababa de enterarse de que su hija y su nieto de dos años habían sido enviados de regreso a México. Y ella buscaba desesperadamente a su nuera y sus dos nietas, preocupada de que hubieran corrido la misma suerte.
Todos habían cruzado el Río Grande juntos, muchos aferrados a un colchón inflable. Miles de personas más también lo estaban haciendo, apresurándose para llegar a Estados Unidos antes de que la administración Biden hiciera un cambio importante en la política. El Título 42, la orden de salud pública impuesta por el presidente Trump durante la pandemia de Covid, había provocado la expulsión de millones de migrantes en la frontera mientras ambos líderes estaban en el cargo. Pero la noticia de que estaba terminando inspiró a más personas a cruzar por temor a que las leyes de inmigración se aplicaran con mayor dureza después.
“La gente se volvió loca cruzando”, dijo Diocelina en ese momento.
En las calles de Brownsville, vio a muchas personas con una historia similar. La crisis económica de Venezuela, dijo, hizo que la mayoría de ellos buscaran oportunidades en Estados Unidos.
“Venezuela se ha quedado vacía”, afirmó.
A fines de 2023, había más de 7 millones de refugiados y migrantes venezolanos en todo el mundo, según la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados. La agencia la llama “la mayor crisis de desplazamiento forzado en la historia de América Latina”. El año pasado, más de 300.000 venezolanos cruzaron a pie el peligroso Tapón del Darién entre Colombia y Panamá, una ruta común para los migrantes que se dirigen a Estados Unidos.
Entre ellos se encontraban Diocelina y su familia. Les llevó un mes y medio atravesar siete países y llegar a la frontera entre Estados Unidos y México.
Gran parte de su familia se ha reunido, pero falta alguien
Aunque sus primeros días en Estados Unidos fueron muy angustiosos, Diocelina dice que ahora las cosas están yendo mucho mejor. Se reunió con su nuera y sus nietas unos días después de que la conocimos. Su hija y su nieto lograron cruzar la frontera unos meses después. Ahora los siete miembros de la familia con los que cruzó la frontera por primera vez están en Colorado, un lugar en el que nunca imaginó vivir.
En un principio, habían planeado instalarse en Chicago, donde los esperaba el hijo de Diocelina, pero sólo duraron dos semanas en la Ciudad de los Vientos.
“No conseguíamos nada”, dice Diocelina. “No había trabajo”.
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