A principios del siglo XX, Miami era el lugar de moda. Kilómetros de arena dorada, un océano cálido y turquesa y un clima templado hacían de esta ciudad de Florida un sitio atractivo para los turistas.
Por BBC
Mientras que, al otro lado del país, en el océano Pacífico, las playas de Los Ángeles eran rocosas y salvajes: escarpados acantilados se precipitaban sobre las frías olas y el tren de Southern Pacific circulaba por vías paralelas al océano.
“Las autoridades municipales querían convertir Santa Mónica [una de las ciudades costeras] en la Riviera estadounidense”, explica Elsa Devienne, profesora adjunta de Historia en la Universidad de Northumbria, en Reino Unido, autora de un libro sobre la historia de las playas de Los Ángeles.
“Santa Mónica quería establecerse como la ciudad balnearia de los ricos y famosos. Estas ciudades playeras tenían grandes ambiciones”.
Las pequeñas extensiones de arena en Santa Mónica y Venice estaban ya muy concurridas por las nuevas familias que habían llegado a la ciudad durante el boom demográfico de los años 20.
“Las playas eran tan estrechas”, continúa Devienne, “que apenas se podía caminar por ellas con la marea alta”. Según sus investigaciones, solían tener entre 22,7 y 30,3 metros de ancho, frente a los 151 metros actuales.
Las autoridades municipales tomaron cartas en el asunto. Decidieron construir una playa más grande.
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