La Alianza Global contra el Hambre y la Pobreza, una de las prioridades de Brasil, fue lanzada este lunes en la cumbre del G20 en Río de Janeiro, con la adhesión de 81 países y el objetivo de erradicar esa “lacra” en 2030.
“Compete a los aquí presentes, a quienes están alrededor de esta mesa, la tarea impostergable de acabar con esta lacra que avergüenza a la humanidad”, dijo el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, durante la inauguración del encuentro de las principales economías del mundo.
Todos los países del G20 suscribieron la iniciativa, salvo la Argentina del ultraliberal Javier Milei, aunque su adhesión “está en negociaciones”, dijo una fuente de la presidencia brasileña a la AFP.
También lo hicieron 66 organizaciones internacionales, incluidas la Unión Europea y la Unión Africana.
El proyecto, una iniciativa personal del líder de izquierda, es ambicioso: erradicar el hambre y la pobreza de aquí a 2030, así como reducir las desigualdades.
El reto es enorme, ya que 733 millones de personas padecieron hambre en 2023, es decir, el 9% de la población mundial, según el último informe presentado en julio por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) y otras agencias de la ONU.
Más allá del marco del G20, la Alianza Mundial contra el Hambre se propuso reunir a países de todo el mundo e instituciones internacionales para liberar recursos financieros o replicar iniciativas que funcionan a nivel local.
“Erradicar el hambre y la pobreza no es tan difícil, y el coste no es tan prohibitivo. La experiencia ha demostrado al mundo que funciona (…), es una cuestión de voluntad política”, dijo Wellington Dias, ministro de Desarrollo Social de Brasil, en una nota.
Comedores gratuitos y transferencia de ingresos
Las negociaciones llevan varios meses en marcha y ya se han asumido compromisos concretos.
El viernes, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) anunció una contribución en financiamiento de hasta 25.000 millones de dólares para apoyar programas “destinados a acelerar los avances en la lucha contra el hambre y la pobreza entre 2025 y 2030”.
En concreto, la Alianza se propone atender a 500 millones de personas en naciones de baja y mediana renta con programas de transferencias de ingresos, ampliar la alimentación escolar de “alta calidad” a 150 millones de niños en naciones con pobreza infantil y hambre endémica, y ayudar a los pequeños agricultores.
La iniciativa “podría ser un punto de inflexión en la lucha contra el hambre y la pobreza extrema (…) pero debe ir más allá”, contemplando “urgentemente los devastadores impactos del cambio climático en los sistemas alimentarios del Sur global”, reaccionó la ONG Oxfam en un comunicado.
El gobierno nigeriano, que ya cuenta con el mayor programa de comidas escolares de África, se ha comprometido a duplicar el número de beneficiarios, de 10 a 20 millones de niños, abasteciéndose de alimentos de pequeños agricultores locales.
Indonesia pondrá en marcha un nuevo programa de comidas escolares gratuitas en enero de 2025, con el objetivo de llegar a 78,3 millones de escolares en 2029.
Lucha personal
Para Lula, la lucha contra la pobreza es una batalla personal. De niño, él mismo pasó hambre en su estado natal de Pernambuco (noreste), antes de trasladarse con su familia a la capital industrial, Sao Paulo, donde trabajó durante mucho tiempo como operario metalúrgico y se hizo un nombre como líder sindical.
En julio, al presentar las líneas maestras de la Alianza Mundial contra el Hambre y la Pobreza ante una reunión de ministros de Finanzas del G20 en Rio, se emocionó hasta las lágrimas al hablar de “la más degradante de las privaciones humanas”.
“El hambre (…) es producto de decisiones políticas que perpetúan la exclusión de gran parte de la humanidad”, dijo Lula este lunes.
Sus programas sociales sacaron a millones de brasileños de la pobreza durante sus dos primeros mandatos (2003-2010), gracias sobre todo a la Bolsa Familia, un subsidio pagado a las familias más pobres con el compromiso de que sus hijos asistieran a la escuela.
En aquella época, sin embargo, se beneficiaba del boom de precios de las materias primas, mientras que su actual gobierno se ha visto sometido a restricciones presupuestarias mucho más estrictas desde su regreso al poder en enero de 2023. AFP