El verano de 1718 marcó un giro en la vida de Edward Teach, conocido mundialmente como Barbanegra, el pirata más temido de su tiempo. Tras años de asolar las costas del Atlántico y aterrorizar las colonias británicas, tomó una decisión sorprendente: abandonar la piratería. En un movimiento estratégico, aceptó un indulto real ofrecido por el gobernador de Carolina del Norte, que prometía absolver sus delitos a cambio de su lealtad. Durante un breve periodo, este temido bucanero intentó rehacer su vida bajo la apariencia de legalidad.
Por: Infobae
Sin embargo, ¿era este cambio una verdadera rendición o un cálculo cuidadoso? Barbanegra no tardó en instalarse cerca de Bath, una pequeña localidad donde incluso contrajo matrimonio con la hija de un terrateniente local. Su casa, situada a poca distancia de la residencia del gobernador que lo había perdonado, parecía simbolizar una nueva etapa. Según el historiador Colin Woodard, Barbanegra no solo había ganado el favor del gobernador, sino también la protección que le permitía moverse sin restricciones. No obstante, esta fachada ocultaba sus verdaderas intenciones, ya que su deseo de acumular riquezas no había desaparecido.
Relación de Barbanegra con el gobernador de Carolina del Norte
Su conexión con el gobernador de Carolina del Norte reveló cómo los intereses políticos y personales podían moldear el destino de figuras tan controvertidas como este pirata. Tras aceptar el indulto real, supo aprovecharse de las debilidades del sistema colonial al construir una relación cercana con el gobernador Charles Eden. Según escribió Woodard en “La República de los Piratas”, Barbanegra había “comprado la lealtad de un gobernador colonial”, lo que le garantizaba cierta impunidad en sus actividades.
Los beneficios de esta relación no fueron unilaterales. Barbanegra, ahora residente de Bath, aseguraba ingresos y favores al gobernador a cambio de protección. Este vínculo ofreció al pirata la oportunidad de mantener su influencia sin recurrir abiertamente a sus tácticas ilegales, consolidando una red de apoyo local que incluía a autoridades y comerciantes dispuestos a cerrar los ojos ante sus verdaderas intenciones. No obstante, el arreglo también expuso las tensiones entre las colonias, ya que el vicegobernador de Virginia, Alexander Spotswood, consideraba a Barbanegra una amenaza constante.
El regreso de Barbanegra a la piratería
El indulto otorgado a Barbanegra en Carolina del Norte demostró ser solo una pausa estratégica en su carrera delictiva. Apenas unos meses después de aceptar la oferta del gobernador, el infame pirata volvió a desplegar su temible bandera negra en las aguas del Atlántico. Uno de los episodios más destacados de este retorno ocurrió cuando, a finales de agosto de 1718, capturó dos barcos franceses desarmados en clara violación de los términos de su perdón real.
Estos actos provocaron el enojo del vicegobernador de Virginia, Alexander Spotswood, quien había observado con recelo las acciones de Barbanegra. Spotswood interpretó estos movimientos no solo como una amenaza a la seguridad marítima, sino también como una afrenta directa a la autoridad de la Corona en las colonias. En noviembre de ese año, Spotswood emitió una proclamación oficial ofreciendo una recompensa de 100 libras por la cabeza de Barbanegra, más del doble de lo ofrecido por cualquier otro capitán pirata.
Consciente del peligro que representaba Barbanegra, Spotswood organizó una operación secreta para neutralizarlo de forma definitiva. Este plan incluyó el envío del oficial de la Marina Real, Robert Maynard, al frente de una misión diseñada para cazar al pirata en las estrechas y poco profundas ensenadas de la costa.
La operación de caza contra Barbanegra
Determinado a acabar con la amenaza de Barbanegra, el vicegobernador de Virginia, Alexander Spotswood, diseñó una estrategia meticulosa que se llevó a cabo con el máximo secreto. Spotswood seleccionó al oficial de la Marina Real Robert Maynard para liderar una expedición que neutralizaría al pirata de manera definitiva. Maynard recibió el mando de dos pequeñas embarcaciones, el Ranger y el Jane, junto con 60 hombres listos para enfrentarse al notorio bucanero.
Aunque las balandras carecían de cañones, su diseño ligero y maniobrabilidad eran ideales para rastrear a Barbanegra en las aguas poco profundas de las islas barrera de Carolina del Norte. La misión requería moverse rápidamente y en silencio, evitando alertar al pirata y sus hombres. Según el cronista Capitán Charles Johnson, la expedición partió del río James de Virginia el 17 de noviembre de 1718, avanzando hacia el norte con la esperanza de sorprender al enemigo.
El plan dio frutos cuando, el 21 de noviembre, las embarcaciones de Maynard avistaron el barco de Barbanegra cerca de la isla de Ocracoke. El enfrentamiento que siguió no solo pondría fin a la carrera del pirata, sino que marcaría uno de los episodios más emblemáticos en la historia de la lucha contra la piratería.
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