Para nadie es un secreto que los Estados Unidos de Norteamérica como potencia mundial, ha mantenido en el tiempo su compromiso con la defensa de la democracia y la libertad en todo el mundo: salvo contadas excepciones durante lapsos de algunos presidentes y con los errores que se puedan haber cometido a través de su política exterior, este país ha sido un faro de esperanza para quienes luchamos contra regímenes autoritarios y corruptos.
Tampoco nos chupamos el dedo y sabemos que la región siempre ha sido objeto de interés para las potencias asiáticas (Rusia, China , siempre ocupado por los Castro Ruz, chupa sangre, parásitos del Caribe), quienes siempre han buscado tener presencia en las cercanías de Norteamérica lo que ha generado esta dinámica geopolítica compleja, en la que los intereses de las diferentes potencias mundiales se entrecruzan y compiten. Ante la apertura y entreguismo de los herederos del traidor mayor, hoy felizmente difunto se les amplió toda posibilidad de tener un frente de acción muy cómodo en Latinoamérica, estos malandros les han dado una patente de corso, carta blanca, para tener documentos, manejar instituciones, deberles miles de millardos de dólares a esta cofradía siniestra que hace lo que sea con tal de no soltar el botín llamado Venezuela.
En la actualidad, ha vuelto a demostrar su liderazgo en la lucha contra la tiranía, al dar pasos históricos para reconocer el fraude electoral y apoyar a quien ha sido electo y a todo el conglomerado opositor que tiene el liderazgo. Esta posición es un recordatorio de que la lucha contra la tiranía y la opresión no es en vano, y que hay aquellos que están dispuestos a tomar medidas concretas para defender la libertad y la democracia en todo el mundo.
Y en ese camino de adelantos y retrocesos, siempre está Dios, Él es demasiado grande y bondadoso; nos ha dado la alegría en esta semana la cual ha sido de gran avance para lograr la liberación de Venezuela, después de casi 4 meses de haberse efectuado las elecciones presidenciales, el gobierno de los EE.UU se pronunció a través del Secretario de Estado Antony Blinken, para reconocer a Edmundo González Urrutia como presidente electo. Minutos después también lo público la Embajada de los EE.UU en Bogotá. El día siguiente fue ratificado por el vocero del Departamento de Estado, Matthew Miller, siguieron las buenas noticias cuando el primer país europeo en reconocerlo fue Italia, simultaneamente Ecuador hizo lo propio. El congresista estadounidense Mike Waltz, nominado por el presidente electo Donald Trump como futuro asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, anunció que su proyecto de ley, denominado Ley Bolívar, había sido aprobado por la Cámara de Representantes, solo faltaría aprobarla por el Senado para entrar en vigencia. Dicha ley ha sido vista como un avance, porque prohíbe al gobierno estadounidense y particulares, contratar con empresas que realicen operaciones comerciales con el narcorégimen de Nicolás Maduro.
Después de estos acontecimientos pudimos ver al choro Maduro chillando que le quieren dar un Carmonazo, el desespero no lo disimulan, aún más, cuando Erik Prince declaró que después del 10 de enero, al cesar la usurpación actual, quedarían declarados objetivos criminales sin protección diplomática.
Los nuevos integrantes del gobierno americano están enviando contundentes mensajes, que son torpedos con la mira en la salida de esta pandilla criminal, con Mike Waltz cómo asesor de Seguridad, Marcos Rubio como Secretario de Estado, son reconocidos voceros en contra de la narcotiranía venezolana, les llegó el turno, ahora o nunca. Mi reflexión desde la cárcel del exilio es que en esta montaña rusa que ha sido la lucha para liberar a nuestro país nos toca en este momento estar pacientes porque los venezolanos antes del 05 de noviembre no teníamos jamás esas expectativas y esperanzas por la libertad, como la hemos renovado ahora. Eso sí, sin parar de enfrentar, activar frentes para informar la realidad y jamás dejar de batallar en contra del comunismo y todo lo que se le parezca, lo hago cada segundo, sin pausa y con lo único que me queda MI PLUMA Y MI PALABRA
José Gregorio Briceño Torrealba
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