Los sabores del Caribe encontraron su rincón predilecto en Filadelfia y tiene nombre propio: Puyero. En el corazón de South Street, Gilberto Arends, un maracucho que cambió la abogacía por los fogones, cumplió el sueño de crear un restaurante que representara su amor hacia la cultura venezolana en cada plato, bajo un enfoque diferente que destaca su dedicación, disciplina y buena actitud. Pero no es lo único que resalta de su negocio, hay mucho más.
Después de los estragos amargos que dejó la migración, el criollo y su esposa encontraron la oportunidad para brillar con una propuesta audaz que ahora es un referente en una de las ciudades más históricas de Estados Unidos. Este fenómeno local confirma que se puede “gozar un puyero” incluso a miles de kilómetros de casa. Acompáñanos a conocer la próxima apuesta de estos emprendedores que promete ser tan sabrosa como inspiradora.
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Graduado de derecho en la Universidad Rafael Urdaneta, Gilberto emigró a los 25 años junto a su esposa Manuela Villasmil, para escapar de una realidad política que no prometía seguridad ni estabilidad.
“Mis padres fueron opositores a Chávez desde el año 98. Ellos no veían futuro en el país mientras el chavismo estuviera en el poder. Así que entendí que Venezuela no iba a progresar. En 2011, un poco después de haberme graduado de la universidad me casé y me vine con mi esposa a Estados Unidos”, recordó.
Pero el camino no estuvo exento de retos. Para Gilberto y Manuela, los desafíos migratorios y legales fueron una constante. “Nos vinimos con visa de trabajo y la idea era siempre mantenernos con estatus. Y no siempre fue fácil. Ha sido un proceso muy costoso y engorroso. Por suerte, hablábamos inglés antes de venir. También conocíamos la ciudad. Entonces en ese aspecto fue algo sencillo”.
El plan era volver a Venezuela en poco tiempo, pero no imaginaron que la situación superaría cualquier pronóstico. “Nos vinimos con la idea de regresar. Pensábamos que el chavismo no podía durar más de cinco años en el poder. Así que el plan era ir, hacer algo de dinero, experimentar vivir en otra ciudad. Y cuando ya saliéramos del chavismo, regresar a Venezuela”, confesó a La Patilla.
Emprender desde cero
Filadelfia, una ciudad que Gilberto había visitado desde niño, fue la pieza clave para iniciar el sueño culinario. “La primera vez que vine tenía 12 años. Teníamos familia que vivía en la ciudad y por eso se volvió un sitio al cual visitamos con frecuencia. Me vine en el 2011 y no fue hasta el 2017 cuando abrimos Puyero”, relató.
El maracucho acotó que Filadelfia es una ciudad que tiene una escena culinaria muy buena. Sin embargo, faltaba esa sazón criolla que tanto anhelaban. “Cuando nos mudamos, nada más existía un solo restaurante venezolano en la ciudad. Esta es una ciudad bastante grande y había espacio para más. La idea era compartir no sólo la comida sino también nuestra cultura con la gente de Filadelfia. Queríamos que la gente en Filadelfia conociera nuestra historia como inmigrantes venezolanos, que conocieran de primera mano qué es Venezuela”.
Tras la apertura del restaurante, Puyero se convirtió en la casa de muchos venezolanos que fueron a vivir a Filadelfia”, agregó.
El nombre del restaurante, como es bien sabido por muchos, es producto del humor que nos caracteriza. “Puyero viene de la frase ‘gozar un puyero’.Creo que el nombre lo elegimos porque nos recordaba a nuestra infancia. Una frase que usaban mucho nuestros padres. Además que es una palabra que significa abundancia y que siempre está asociada con gozar. Así que no solo era abundancia sino que está únicamente asociada con algo positivo”, explicó.
Aunque el proceso de abrir Puyero fue relativamente sencillo gracias al apoyo mutuo de la pareja, las verdaderas pruebas llegaron después. “Al momento de abrir no teníamos mayores responsabilidades. Manuela y yo teníamos tiempo y algo de dinero. En ese momento no teníamos chamos así que nos podíamos dar el lujo de fracasar y poder empezar de nuevo en lo que fuera”.
Pioneros del sabor
A pesar de los desafíos, su apuesta por mostrar lo mejor de Venezuela en cada plato rindió frutos.
El abogado marabino que decidió convertirse en embajador de la gastronomía venezolana se planteó crear un menú sencillo, pero auténtico protagonizado por tequeños, empanadas, las populares arepas reina pepiada y pabellón, sin dejar a un lado los deliciosos patacones. “Creo que desde el principio estuvimos enfocados en el público gringo. Cuando abrimos, había menos venezolanos que los que hay hoy en la ciudad. Así que sabíamos que para que un restaurante venezolano se mantuviera debíamos depender del público americano”, manifestó.
Y justo en este contexto sobre la oferta culinaria que Puyero ofrece, aseguró que el americano se inclina más por conocer y probar propuestas variadas. Por esta razón, idearon una estrategia que les funcionó muy bien. “El menú lo mantenemos bastante conciso con los elementos más importantes de nuestra comida, pero lo hicimos lo suficientemente sencillo para no abrumar a alguien que no conociera la comida venezolana. Y fue algo que dio resultado”.
Por ello, la fórmula de Puyero conquistó paladares y también sirvió de inspiración para otros emprendedores criollos en la ciudad. “Después de que nosotros abrimos en 2017, ya han abierto tres restaurantes venezolanos más en la ciudad y otro par en las afueras. Nos sentimos muy contentos de alguna forma haber sido pioneros en la ciudad y abrirles puertas a otros locales”, recalcó Gilberto, quien también celebró el reconocimiento de la prensa local, que ha incluido a Puyero entre los 76 restaurantes esenciales de Filadelfia.
El éxito no se detiene allí. Gilberto y su cómplice en esta aventura, su esposa Manuela, tienen una nueva receta para compartir: la apertura de un segundo local en Filadelfia. “La idea es seguir dando a conocer la comida venezolana. Este sitio es un poco más pequeño. El enfoque es más de ‘take out’ que de comer en el restaurante. Está ubicado en la ciudad universitaria de Filadelfia. Y esperamos para primavera estar abriendo hasta la madrugada”, explicó Gilberto sobre esta etapa.
Identidad criolla en Filadelfia
Igualmente, Puyero se ha integrado plenamente en la comunidad de Filadelfia y así lo confirmó su creador. “Tenemos una muy buena relación con los Phillies. Le cocinamos muchas veces al año y bueno también a los distintos equipos de béisbol que visitan la ciudad. Del mismo modo, hemos trabajado con el Union (equipo de la MLS) y con los 76ers (equipo de la NBA). Los últimos tres veranos hemos colaborado con el Bok Bar (el rooftop más popular de la ciudad) y vendemos comida venezolana en ese bar”.
Asimismo, los platos de Puyero son un vehículo para compartir cultura, tradición y empatía. “Hemos dado clases de hallacas y de arepas, grabamos programas de televisión con casi todos los canales de la ciudad. Y bueno un sinfín de cosas más. De alguna forma Puyero es parte de la identidad de Filadelfia”, reflexionó Gilberto.
Para este maracucho, mantener viva la esencia de su país era fundamental. “La idea de promover la cultura venezolana era muy importante, pero también era importante hacerlo de forma genuina. Algo que nos representará a nosotros. Nací en Maracaibo, una ciudad. Entonces esa es la idea de compartir la identidad urbana de Venezuela”, explicó.
Cada detalle del restaurante, desde su nombre hasta la música y los colores caribeños, está pensado para transportar a los comensales a un rincón de su tierra. “Tú entras a Puyero y los colores, la vibra, y la música capta la identidad caribeña del venezolano”.
Con una visión ambiciosa, este criollo tiene claro que el camino apenas comienza. “La idea es seguir creciendo, dando a conocer nuestra cultura y lo que somos. Por ahora estamos en Filadelfia, pero hay varios planes que esperamos nos puedan acercar más a ustedes”, puntualizó.