La familia Ochoa tiene una historia de película. En 1987, cuando la revista Forbes hizo uno de sus listados de los hombres más ricos del mundo, estimó la fortuna de Pablo Escobar en 3.000 millones de dólares, y la de Ochoa, muy cerca, en 2.000 millones. Los hijos de don Fabio Ochoa Restrepo fueron los grandes aliados del líder del Cartel de Medellín y lo acompañaron en todas sus guerras. El menor de ellos, quien lleva el mismo nombre de su padre, Fabio, fue quien terminó de pagar su pena esta semana en una cárcel de los Estados Unidos. En ese país estuvo preso 26 años.
Por SEMANA
El país recuerda a los Ochoa por muchos de los más sonados episodios de violencia de la década de los 80. Los hermanos mayores de Fabio, Juan David y Jorge Luis, estuvieron hombro a hombro con el llamado patrón del mal y se consideran los hombres más leales de su círculo más cercano.
Quizás el momento en que se vio el poder de esa familia y el lugar que ocupaban en el corazón del capo fue cuando el M-19 secuestró a la hija del clan, Martha Nieves Ochoa. La joven, de 26 años para la fecha, iba saliendo de la universidad en Medellín y fue llevada contra su voluntad en un renault rojo. Pedían por ella 12 millones de dólares. Martha estuvo secuestrada 92 días y al final fue devuelta sin que su familia pusiera un centavo.
La fórmula para lograr su libertad fue paralizar al país. Los Ochoa decidieron no dejarse chantajear y, por el contrario, pusieron una bolsa inimaginable de dinero para quienes ofrecieran información de su paradero. Y crearon una organización armada que muchos registran como el inicio del paramilitarismo en Colombia: MAS (Muerte a secuestradores). Se cree que alcanzaron a tener 2.230 hombres, según notas de SEMANA de la época. Al grupo le atribuyen decenas de asesinatos y torturas. Fabio, quien debía tener para la época 25 años, fue miembro de ese MAS que buscaba a su hermana. El menor de los Ochoa, sin embargo, por su corta edad nunca llegó a estar verdaderamente en la cúpula del cartel, pero sí fue un testigo sin igual de la guerra de carteles que se vivió.
Los hechos que lo llevaron a una celda en los Estados Unidos no tienen que ver con Pablo Escobar. Aunque Fabio inicialmente aceptó una tregua y entregas voluntarias durante los acuerdos de extradición de los años 90, posteriormente volvió al narcotráfico. Fue capturado en 1999, en medio de la sonada Operación Milenio, y luego extraditado a los Estados Unidos en 2001, donde se le condenó a 30 años de prisión. La mayoría los pagó en una cárcel de máxima o media seguridad.
Para el papel que tuvieron en la historia del narcotráfico, la vida de los Ochoa ha tenido un muy bajo perfil en las últimas décadas. No se trató de narcotraficantes llenos de excesos, si se comparan, por ejemplo, con los Escobar o con Carlos Lehder. De ellos, muchos recuerdan el amor del patriarca por criar y competir con caballos de paso fino, incluso en círculos internacionales. Su devoción por estos animales no conocía límites, y no escatimaba en gastar pequeñas fortunas para adquirir los ejemplares más exclusivos o para organizar competencias ostentosas en su finca, donde mezclaba negocios y entretenimiento. Era el dueño del criadero La Margarita del 8 y del estadero Las Margaritas, dedicados a su pasión equina.
“Yo me gastaba hasta diez millones de pesos en cada feria a la que iba. También invertía mensualmente 200 millones o 300 millones de pesos en mantenimiento y compra de caballos”, aseguró en 1995 al diario El Tiempo, Fabio Ochoa Restrepo. En el punto más alto de la familia, se estima que tenían 500 pesebreras, 250 empleados trabajaban para la familia en el mundo de los caballos. Esto entre operarios, administradores, veterinarios, chalanes y auxiliares.
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