La prisión de Sednaya, apodada “el matadero”, simboliza décadas de represión bajo el régimen de Bashar Al Assad. Según Amnistía Internacional, entre 2011 y 2016 fueron ejecutadas hasta 13.000 personas en este centro, y se ha documentado el uso sistemático de tortura, detenciones arbitrarias y condiciones inhumanas, incluida la instalación de crematorios para deshacerse de los cuerpos.
Desde el inicio de la crisis en Siria en 2011, Sednaya se convirtió en el destino final de opositores políticos, manifestantes pacíficos y militares sospechosos de deslealtad al régimen.
En 2013, un desertor sirio conocido como “César” sacó del país 53.000 fotografías, documentando torturas y muertes en las prisiones del régimen.
Con la caída de Assad y la apertura de las prisiones en Sednaya, Alepo, Homs y Hama, miles de detenidos han sido liberados en los últimos días, según el OSDH. Sin embargo, esto ha generado caos en el proceso de identificación. Algunos criminales comunes han escapado junto a prisioneros políticos, lo que dificulta el rastreo de desaparecidos, explicó Fadel Abdul Ghany, director de la Red Siria para los Derechos Humanos.
Grupos de derechos humanos han denunciado que el sistema penitenciario sirio fue un pilar de la brutal dictadura de Assad. Amnistía Internacional calcula que la prisión de Sednaya albergó entre 10.000 y 20.000 detenidos, muchos de los cuales fueron sometidos a torturas o ejecutados en secreto.
A medida que los equipos de rescate y familiares continúan explorando las instalaciones, la magnitud de los abusos cometidos en Sednaya y otras prisiones de Siria sigue emergiendo como un oscuro recordatorio del régimen caído.
Crédito de Fotos: AFP/Abdulaziz Ketaz, AP/Hussein Malla