“Mi reina bella, perdóname”, no deja de escribir a su madre, Génesis Leticia Riera Chirinos, de 23 años, una joven detenida el pasado 8 de agosto por salir en un video en una de las protestas postelectorales que ocurrieron en Punto Fijo, la principal ciudad de la Península de Paraguaná.
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Génesis se siente culpable de haber ido a defender su derecho como electora y ahora enfrentar cargos como terrorista, asociación para delinquir, daño a la propiedad del Estado y hasta resistencia a la autoridad, cuando lo único que quería era que se reconociera el triunfo electoral a Edmundo González Urrutia, el presidente que los venezolanos eligieron el pasado 28 de julio.
Su madre, Dairelis Chirinos tiene 44 años, y Génesis es la mayor de sus cuatro hijos. Recuerda que el 8 de agosto, a eso de las 8:00 de la noche, vio varias camionetas llegando a El Taparo, un pueblo donde vive toda su familia y que está ubicado a unos pocos minutos de Punto Fijo. Jamás pensó que esas camionetas iban tras su hija.
“Yo iba saliendo a comprar pañales para mi hijo que tiene 10 meses, y cuando voy llegando a Punto Fijo, me llama una vecina que me devuelva porque se están llevando detenida a Génesis. Llegué casi corriendo, exigía verla y resulta que ya se la habían llevado. Ellos estaban revolcando la casa, la dejaron vuelta nada y no quisieron darme las llaves, porque yo no vivo ahí. Mi hija vive con su papá, que es marino y no estaba en la casa. La puerta la tumbaron, a mi hija la arrancaban de las ventanas y puertas, mientras ella gritaba: ‘Auxilio, llamen a mi mamá’”.
Sin vela de cumpleaños
Con todo el dolor en su alma, Dairelis al saber que funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas (Cicpc), se habían llevado a su hija, sin saber qué le esperaba, se plantó en la sede de Punto Fijo hasta las 3:00 de la madrugada del 9 de agosto. Solo le entregaron las llaves de la casa y escuchó con angustia lo que nunca se imaginó escuchar: su hija había quedado detenida por presuntamente ser la líder de la banda que quemó la sede de la Alcaldía de Carirubana el 29 de julio durante la protesta postelectoral.
“Fue un golpe muy duro porque a mi hija le dijeron que nunca sería liberada y que pagaría 30 años de cárcel por un delito que no cometió. Yo me aferré a mi Dios y así me mantengo. Yo sé la hija que tengo y también sé que los que quemaron la alcaldía eran un grupito de chamitos infiltrados. Mi hija estaba defendiendo los votos, como todos los demás, en una protesta pacífica, con compromiso, con entrega, con esperanza por cambiar las cosas. Nosotros no somos violentos, somos gente de pueblo, decididos en salir adelante”.
Dairelis describe a su hija como una joven llena de sueños. Empezó a estudiar Comunicación Social en una aldea universitaria en el pueblo, pero la cerraron y quedó en el tercer semestre. Le gusta la danza, el modelaje, y por eso se empecinó en formarse con varios cursos y talleres.
Meses antes de su injusta aprehensión, se graduó en un Máster en Oratoria. Génesis ha luchado contra las adversidades que existen en cualquier pueblo venezolano: no tener las oportunidades de quienes viven en las principales ciudades del país. Es una joven que ama a su familia, a sus amigos, y sus hermanos son el centro de su universo. Hoy, ellos están hundidos en una profunda tristeza al no poder verla en libertad. Génesis cumplió 23 años entre los barrotes de una celda, y su hermana no celebró su cumpleaños número 13. Esa será una fecha que jamás olvidarán.
Le tocó conocer a Dios
Los primeros días de su detención, Génesis no paraba de llorar. Su madre reconoce que el encierro aunado a las cosas terribles que le decían los policías, la habían debilitado, pero gracias a las cartas escritas por sus familiares y los libros que le llevaron a la cárcel, Génesis encontró un alivio y la luz encendió otra vez su alma. Ahora predica la Palabra de Dios en la prisión.
“Su espíritu lo ha fortalecido. Ella sabe que no está sola, y aunque ha recibido insultos, golpes, jalones de pelo y hasta acoso de otras presas, ha sido fuerte gracias al poder de Dios”.
A su hija la presentaron en el tribunal un día después de haberla detenido, sin que le permitieran asistencia legal de un abogado. La audiencia fue telemática y la acusaron de ocho delitos, que ni siquiera Dairelis atina a recordar. Luego de varias discusiones, le imputaron cuatro delitos: terrorismo, asociación para delinquir, violación a la infraestructura pública, y un cuarto delito que su madre no logró memorizar. Génesis siempre se declaró inocente de estas acusaciones.
“Ella sí estaba en la alcaldía, incluso, formó parte de la cadena humana que hizo la gente para evitar que quemaran la sede. Ella no estaba en la ola de violencia, al contrario, sirvió de mediadora. En la audiencia estuvieron los policías que se quitaron los uniformes y no la señalaron, sino que dijeron que ella era una de las mediadoras”.
Dairelis cuenta que su hija era una de que iban a trasladar a la cárcel de Tocorón mes y medio después de su detención; nadie se explica cómo no fue trasladada, incluso su familia estuvo buscándola en las cárceles del país hasta que se enteraron que a ella la bajaron del autobús y regresó a la sede del CICPC Punto Fijo. “Nos han hecho tanto daño, han jugado con nuestra economía, con los sentimientos, con los derechos humanos, han jugado con la vida misma; pero como mi hija me escribe en todas las cartas, los buenos somos más y vamos a ganar la lucha”.
“Acordaos de los presos, como si estuvierais presos juntamente con ellos” (Hebreos 13:3)
Génesis pasa el tiempo escribiendo a sus familiares y amigos. Su caso pasó a juicio, aunque su familia no ha tenido acceso al expediente. La defensora pública a cargo del caso en Caracas, les pidió que llevarán testigos de que su hija no estaba en la revuelta callejera que causó daños a las propiedades públicas, pero la madre no cuenta con recursos para viajar con las cinco personas que deben declarar.
La joven falconiana está recluida en una celda con otras 11 mujeres. Lee con afán libros y muy especialmente la Biblia. Allí aprendió a predicar la Palabra de Dios, sobre todo para los enfermos del Centro de Detención Preventiva (CDP). También se une a las otras presas para arreglarse las uñas o cepillarse el cabello.
Ha sufrido de abscesos en su cuerpo por las inhumanas condiciones de hacinamiento de la cárcel. También ha padecido infecciones de orina por el uso de una insalubre poceta. Por eso su mamá, dentro de sus posibilidades, le suministra insumos de limpieza para mantener esos espacios lo más aseados posibles.
Para Dairelis, los lápices a punto de acabarse y las hojas de cuadernos reciclados, ahora son un tesoro que recoge entre vecinos y amigos para llevarles a los presos, porque es la única forma que encontró su hija para comunicarse con el exterior.
Aunque las cartas son leídas por los funcionarios policiales antes de que lleguen a las manos de sus familiares, es una manera de pedir medicinas o cualquier cosa que necesite. En sus cartas aprovecha para pedir a familiares, amigos o conocidos, que no la abandonen a ella ni a las demás presas.
“Ustedes ni se imaginan lo que pasa allá adentro. En estos días de calor, mi hija me pedía hielo, y sabes para qué era: para ponérselo en el cuerpo. Imagínate que uno se está quemando aquí afuera con estos calores, cómo están ellos allá adentro hacinados y lleno de salpullidos y nacidos. Eso me daba una desesperación y hasta me provocaba entrar corriendo y sacar a mi hija de ahí”.
Una familia que ayuda al más necesitado
Dairelis recuerda que cuando su hija estaba pequeña durante el Gobierno de Hugo Chávez, ella se formó como líder comunitaria para ayudar a los más necesitados, en especial a la gente de su comunidad. Estuvo años reuniéndose en la Alcaldía de Carirubana y se llevaba a Génesis.
“Acabé mi carrito de arriba abajo, buscando ayuda para el que no tenía, caminé haciendo censos, discutí planes de trabajo en mesas que nunca se cumplieron. Hasta peleé por el morral para el niño que no tenía nada, pero me di cuenta de que todo el que llegaba (a la alcaldía), agarraba para él, mientras nosotros éramos los que hacíamos el trabajo. Así que decidí dejar eso atrás y entrar en los caminos de Dios, porque para ayudar no hay que estar en un partido político, sino tener a Dios en el corazón”.
Cree que su hija se hizo una luchadora al ver tanta injusticia cuando tan solo era una niña. Cree que esas interminables reuniones a las que asistía para llevarle una bolsa de comida a una familia que no tenía nada, hicieron de Génesis una joven con propósito, llena de metas, sueños y, por supuesto, la convirtieron en una defensora de los derechos ciudadanos, una virtud que le quieren arrebatar acusándola de terrorista, cuando lo único que hizo fue salir a protestar, como la mayoría de los venezolanos, para que se reconozca la soberana voluntad de cambio de todos los venezolanos, quienes se expresaron con votos el pasado 28 de julio en las elecciones presidenciales.
Dairelis está convencida de que su hija saldrá de prisión, ahora fortalecida en su espíritu, porque conoció en la intimidad de su ser al Supremo Hacedor de Todas las Cosas de Universo. “Esto es una lucha entre el bien y el mal, y los buenos somos más y vamos a ganar esta lucha”.