No es casualidad que en los últimos años haya registrado en mis artículos de fin de año balances preocupantes, muy especialmente para Venezuela y nuestra América Latina. Pero es el caso de que el año que concluye, excepción hecha de algunas noticias positivas, se haya desenvuelto en un entorno geopolítico regional y mundial especialmente complejo.
De una parte, la agudización del conflicto Israel-Palestina, escalado con dureza hacia el Líbano y Siria, si bien tuvo inicialmente un origen defensivo de parte de Israel, ha llevado a enormes proporciones, especialmente en sacrificios para la población civil. Israel ha logrado desarticular parcialmente las organizaciones terroristas enemigas, eso sí, al costo de muchas vidas y del rechazo en la opinión pública internacional que inicialmente le había brindado apoyo. La reciente caída del régimen genocida de Bashar al-Assad tras la exitosa ofensiva de las fuerzas rebeldes, puso fin a 53 años de la cruel dinastía iniciada en 1971 por Háfez al-Asad, quien fuera sucedido por su hijo Bashar en 2000, bajo el mismo puño de hierro y culto a la personalidad, y contando con el incondicional apoyo de Rusia e Irán. El líder islamista Mohamed al Bashir fue designado como líder de la transición en un Gobierno de Salvación que promete moderación e inclusión, pero que genera incertidumbres por la presencia de grupos yihadistas o tribales entre los rebeldes, y porque la experiencia de la Primavera Árabe que en los años 2010 a 2013 llevó al derrocamiento de varias dictaduras en la región, no condujo a la deseada democratización en los países que la protagonizaron, de la cual el único sobreviviente había sido hasta hace pocos días Bashar al-Assad.
La guerra civil siria, iniciada en 2011, deja un balance de más de 300.000 muertos, la destrucción de muchas ciudades, y el arrase de monumentos arqueológicos Patrimonio de la Humanidad, como Palmira, Alepo, el casco viejo de Damasco y Bosra, y antiguas aldeas al norte del país, como ocurrió también en Irak de manos del Estado Islámico. De los 23 millones de sirios, 12 millones se vieron forzados a dejar sus hogares, y de ellos, 6 millones pidieron asilo en países vecinos y Europa, parte de los cuales han iniciado su retorno al país de origen. El aparato productivo sirio y la industria de los hidrocarburos están parcialmente destruidos, con lo cual el esfuerzo de reconciliación y de reconstrucción representarán una tarea ciclópea.
Los efectos geopolíticos del caso Siria apenas comienzan a aflorar, entre ellos para Rusia, enfrascada en el conflicto con Ucrania, principalmente el destino de la estratégica base naval de Tartús en el Mediterráneo sirio, y la base aérea de Jmeimim, también en el Mediterráneo. Rusia estaría retirando buques y equipos, en previsión a hechos imprevisibles.
En cuanto al conflicto Rusia-Ucrania, la arremetida rusa continúa contra poblaciones e infraestructura energética, militar y de servicios en Ucrania. Lo nuevo ha sido el uso de misiles de largo alcance estadounidenses por parte de Ucrania, y el contraataque ruso con misiles hipersónicos Oreshnik. No se perfila aún el fin del conflicto, salvo las manifestaciones de Trump de que lo acabará en 24 horas, sin que se sepa bajo qué condiciones, que podrían ser la presión sobre Ucrania a una capitulación y a la cesión de los territorios ocupados por Rusia en el este y sur del país. Entre tanto, la Unión Europea y el gobierno saliente de Biden ratifican el propósito de no dejar sola a Ucrania, y el presidente Zelensky mantiene una intensa agenda internacional para asegurar dicho objetivo.
En América Latina, Venezuela sigue siendo centro de atención por sus connotaciones geopolíticas y regionales. El megafraude acometido por el régimen en la elección del 28J es rechazado por las democracias del mundo. La escalada de persecución y violación de los Derechos Humanos ha sido descomunal, aún hoy con 1.600 detenidos de los 2.000 iniciales, más que en Cuba, amén de desapariciones, torturas e irrespeto al derecho a la legítima defensa de las víctimas. Capítulo especial merece el acoso a la Embajada de Argentina en Caracas, hoy bajo custodia brasileña, en la cual se encuentran asilados seis de los principales asesores de María Corina Machado, privados de salvoconductos y de electricidad, agua y alimentos, en abierta violación al derecho internacional. El régimen está deslegitimado, pero prepara la juramentación de Maduro el próximo 10 de enero, a todo costo. El triunfador de la elección, Edmundo González Urrutia anuncia su regreso al país para juramentarse, pero el régimen lo amenaza con prisión, y confirma no estar dispuesto a entregar el poder por las buenas. La elección de Marco Rubio como Secretario de Estado en EE.UU., junto a otros personajes clave en el área de seguridad, ofrecen la esperanza de un apoyo a la transición política en Venezuela, aunque se desconocen las estrategias de ese país y de González y María Corina Machado, indudable líder del cambio y la movilización popular.
En Argentina, pese al escepticismo y rechazo inicial, a Javier Milei comienza a sonarle la flauta en la recomposición institucional y económica del país. El viraje a la izquierda en Uruguay no preocupa, pues Pepe Mujica y Tabaré Vásquez, gobernantes previos del mismo signo, se condujeron con moderación y respeto a la democracia y la economía de mercado. Vienen en 2025 y 2026 procesos electorales en Ecuador y Perú, respectivamente, ambos en crisis de naturaleza propia, alentadas por el radicalismo y el crimen organizado.
En Europa, las serias crisis políticas en Francia y en Alemania preocupan a la Unión Europea, pues constituyen los pivotes fundamentales de ese exitoso bloque. No escapa de ello el Reino Unido tras el Brexit, con difíciles problemas que cobraron la cabeza de cinco primeros ministros en ocho años, y la pérdida del poder por el Partido Conservador. Preocupa también el crecimiento de partidos de ultraderecha nacionalista y soberanista en varios países de la Unión Europea, como reacción al grave problema de la inmigración, teniendo como líder principal al gobernante húngaro Viktor Orban. España se encuentra altamente polarizada, producto de las concesiones gubernamentales al independentismo catalán, y por los casos de corrupción que afloran en el entorno oficialista. El partido Junts (Puigdemont) sigue exigiendo importantes concesiones, entre ellas la aplicación de la amnistía plena y la transferencia de competencias en favor de Cataluña, a cambio del apoyo que requiere el gobierno de Sánchez para sostenerse en el poder.
Esos, y otros frentes como China, Taiwán, Hong Kong, la etnia Uigur, los Huthíes en Yémen, Afganistán, la crisis política en Corea del Sur, y los conflictos latentes en África, son expresión del complejo entorno resumido en esta entrega. Ojalá que el 2025 comprometa a más gobernantes en la necesidad de preservar la paz, en mejorar el obsoleto sistema de la ONU como garante de la misma, y en la defensa de los valores democráticos y de la dignidad humana, ante el avance de modelos autocráticos o totalitarios en el mundo, y de la agenda relativista del mal llamado progresismo. Y de otra parte, confiamos que Donald Trump sepa administrar con buen tino el poder absoluto obtenido en las recientes elecciones, sin aislar al país bajo un concepto exacerbado del «America First» y del proteccionismo, contrarios al liberalismo económico, y dejando espacios vacíos que son hábilmente aprovechados por China, país que ya aventaja a Estados Unidos en la gravitación mundial, especialmente en el tercer mundo.
Mis mejores votos por una Feliz Navidad y próspero Año Nuevo para mis amables y pacientes lectores.